Sr. Director:
Se está convirtiendo en una práctica habitual en los partidos políticos, practica impulsada por ERC e incluso, aceptada por el PP, la costumbre de obligar a pagar una elevada cantidad de dinero a aquél que se le contrata para trabajar en un partido político, como si fuera una contraprestación laboral más, quizás la más importante dejando al margen conceptos como la valía o los méritos profesionales. El artículo 103 de la Constitución Española establece que el acceso a la función pública se realizará teniendo en cuenta los principios de mérito y capacidad.
De forma maliciosa e intencionada el cargo de confianza se asimila al cargo público con la pretensión de que asuma los gastos, pero no los privilegios.
Es la mafia pura y dura. La instalación de la corrupción. Te doy un trabajo a cambio de un porcentaje del sueldo. Esta es una más de la degradación del sistema de partidos. No se necesita estar afiliado para conseguir un cargo de confianza. Solamente comprometerse a dar parte de tu sueldo.
El que se afilie a un partido con la idea de poder reivindicar todos sus ideales que se vaya olvidando. Lo último es conseguir un puesto de trabajo a cambio de parte de tu salario, no importa tus ideas. Es lo de menos.
La incapacidad de los responsables de la cúpula de los partidos políticos de atraerse a la sociedad civil y de crecer como partido hace que recurran a la financiación a costa del asalariado sin que les preocupe a aquéllos que éstos ni disponen del coche oficial , ni del chófer, ni de la tarjeta de crédito de la institución pública que le cubre todos los gastos, ni los viajes gratis total, ni de las cenas y gastos que supone el acudir a actos de partido, o la preparación profesional que va a costa del asalariado. No tiene el cargo de confianza ni las prerrogativas ni privilegios de los cargos electos, de los cargos públicos.
El desgraciado cargo de confianza, además de ser cornudo está apaleado. No solamente tiene que ser competente en su actividad sino que tiene que asumir la responsabilidad de otros, del aparato de partido incapaces de saber autofinanciarse. Unos hacen sus deberes y ¿los otros, qué hacen? Cuando un cargo de confianza no funciona, lo echan. ¿Qué pasa cuando no funciona la cúpula del partido encargado de estos menesteres?
No entiendo la permisividad en estos temas. La ley es muy clara y el Código Penal también, en sus artículos 311, 171 y 428. Pero, parece que los partidos políticos tienen la bula que tanto critican y que el resto de los mortales no tienen y se les permite vulnerar, incluso, las más elementales normas laborales. ¿Dónde están los sindicatos? y ¿la Magistratura de Trabajo y la Fiscalía? Todo mentira. El poder es de unos cuantos y los demás a tragar. POR LA DIGNIDAD EN EL TRABAJO. ¡¡¡Cuánto pasteleo!!!
Jose Pich
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