La liquidez aflorada irá destinada a la compra de deuda pública Los rumores eran insistentes. El propio Caldera a través de la pomposa Fundación IDEAS había sugerido la necesidad de reiterar una amnistía fiscal que permitiera dar salida a la liquidez del ladrillo. Y voilá. Finalmente el proyecto podría ver la luz, según denuncian los inspectores de Hacienda. En concreto, se trataría de que las emisiones de deuda pública adquiridas a través de paraísos fiscales fuesen opacas y no tributaran en España.
De esta manera, el Gobierno conseguiría aflorar esa liquidez escondida, pero en forma de deuda pública. Una deuda originada por los planes de salvamento del sistema financiero y del tejido industrial. Indirectamente, pues, podría argumentarse que la liquidez no ha ido a parar al Estado, sino a las necesidades de la economía. Es una manera de argumentar.
De llevarse a cabo este real decreto en proceso, el Gobierno caería en enorme contradicción. Porque el Ejecutivo siempre ha defendido la injusticia y la inmoralidad de los paraísos fiscales. Pero es que además, también ha defendido que llevaría al G20 una propuesta para combatir los paraísos fiscales. Un discurso que se cayó del borrador de propuestas. Al final, los paraísos fiscales servirán a la banca para mejorar la liquidez y la solvencia y a los estados para poder colocar el inmenso volumen de deuda. El dinero del ladrillo aflorará y el mensaje que se enviará a la población es que tranquilos, seguid trabajando en negro que en 10 años habrá una nueva amnistía fiscal. Aquí paz y después, gloria.