El único o casi el único que no puede falsear sus cuentas es el trabajador por cuenta ajena.
Las clases media y baja están pilladas. A ese trabajador es a quien le suben los impuestos, a quien le dan menos servicios pero a mayor precio. Y quien ve con impotencia cómo con dinero público, con el dinero del trabajador y de usted y mío, querido lector, vamos a intentar reflotar a unas empresas que van mal.
No a todas las que van mal, no. A ese comercio, a ese despacho de abogados, a ese almacén de alimentación, a ese estudio de arquitectos, a ese colegio, a esos no. Solo a los bancos. Pobrecitos. A los bancos que van mal… por su mala gestión y por su falta de ética. Los bancos, pobrecitos. Y se les salva con nacionalizaciones y con inyecciones de dinero público que los mismos bancos deberán devolver más tarde pagando un 10% de interés.
Adivinanza: ¿de dónde sacarán los bancos ese dinero para devolver los préstamos que les hacemos todos? Fácil: de nuestro bolsillo. Nos pagarán menos intereses, nos cobrarán más intereses, nos darán menos servicios… Como en el Monopoly: la banca nunca pierde. Perdemos usted y yo. Como siempre.
José Luis Hernangómez de Mateo