Yo también trabajé en el sector público. En 1996, cuando Aznar llegó al poder, fui portavoz del Ministerio de Industria durante 35 días, enorme lapso de tiempo que demuestra mi acrisolada vocación política.
Cuando llegué al Ministerio de Industria me encontré con gente que trabajaba como leones y, me temo que con una mayoría, que no daba palo al agua. La mayoría de los funcionarios se regía por la por la ley del mínimo esfuerzo y, como todo empleado vago, por un estupendo conocimiento, no de su trabajo, pero sí de la normativa vigente que usaban en su favor.
Recuerdo que cuando le expliqué mi plan de trabajo a uno de los funcionarios-periodista –más funcionario que periodista-, me respondió:
-Llevo más de diez años aquí y cobro una pizca más de cuando entré. Sé que dentro de 10 años seguiré cobrando lo mismo, haga lo que haga.
Naturalmente, se trataba de un funcionario ministerial en turno de tarde, es decir que entraba a las cinco de la tarde y a las ocho había desaparecido porque en el Ministerio sólo quedaban los de seguridad, que no eran sino trabajadores mal pagados de un empresa privada. Como cobraba poco y trabajaba menos, se sacaba otro sueldo en una patronal privada, patronal que dependía de las subvenciones y la regulación del Ministerio. Es decir, un caso arquetípico de incompatibilidad.
Naturalmente, cuando el diablo no tiene nada que hacer, con el rabo mata moscas. Mi subordinado durante aquel periodo de tiempo, no sólo no ayudó nada sino que se dedicó a poner palos en la rueda a quien si quería trabajar. Tenía mucho tiempo libre para hacerlo.
El Gobierno Rajoy ha decidido quitarles la paga extra de Navidad a los funcionarios. Ha hecho mal, porque los funcionarios cobran poco. Mejor es lo de reducirles los moscosos y los canosos, o días libres, porque a los funcionarios no hay que pagarles menos: hay que hacerles trabajar más.
Dicho esto, no es de extrañar que los trabajadores de la empresa privada se cabreen cuando los funcionarios, incitados por una izquierda irresponsable –es decir, la izquierda española- y por una progresía lamentable –la progresía española- les cortan el tráfico. Porque la verdad es que ni el PSOE, ni IU, ni los sindicatos CCOO y UGT han salido a la calle para protestar por el cierre de pequeñas empresas, pequeños comercios, pequeños despachos profesionales.