A la espera de la encíclica de Benedicto XVI Caridad en la verdad, la agencia Zenit nos recuerda que las encíclicas son papeles que configuran la Doctrina Social de la Iglesia, esa que no es ni socialismo ni comunismo pero a la que la gente le cuesta explicar sus mimbres.

Fue León XIII, aquel anciano entusiasta, siempre de parte de la vida, nunca de la tristeza, quien saltó la Rerum Novarum. Los demás papas sólo pudieron mejorar sus tesis pero, en cualquier caso, nunca las cambiaron.

Al final siempre tenemos que ser los periodistas quienes salvemos la situación, y la Rerum Novarum  fue masticada por el inigualable Chesterton de esta guisa, y ello explica el porqué de la ininteligibilidad del mensaje papal. Una pista: la culpa no es del mensaje. Allá va: La cabeza de la Iglesia Católica, a quien llamamos el vicario de Cristo, lanzó una proclamación denominada comúnmente Rerum Novarum, en la que manifestaba tres cosas:

1. Que la concentración de poder existente en manos de los capitalistas impone sobre millones de trabajadores un yugo poco mejor que la esclavitud.

2. Que no hemos de huir de ella mediante la concentración del comunismo pues este  niega hasta las formas de la propiedad, la libertad y la patria.

3. Que aunque a los asalariados les asista el derecho de asociación e incluso de huelga, en ciertas condiciones justas, es mejor que los pobres se conviertan en propietarios  hasta donde sea posible, es decir, en pequeños capitalistas o dueños de los medios de producción.

Desconozco el mensaje de Benedicto XVI, pero qué se apuestan a que existe una continuidad con lo mencionado. Fue de la Rerum Novarum de donde los hermanos Chesterton y su inseparable Hilaire Belloc hicieron surgir el distributismo: distribuir la propiedad. Recuerden que la propiedad privada es como estiércol: sólo es buena si está muy extendida.

Contra el distributismo se opone el socialismo, que cede el control de la propiedad al Gobierno, y el capitalismo donde la clase media -en el siglo XXI apenas queda proletariado, al menos en Occidente- sólo tiene propiedad virtual: una diezmillonésima parte de una gran corporación, una milmillonésima de un fondo de inversión de pensiones, etc. Pero sólo lo pequeño funciona

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com