En el año 2000, más del 90% de las empresas del Ibex 35, selectivo de la bolsa española, tenían consejeros cruzados. En otras palabras, que hay demasiados consejeros repetidos en el gotha de la industria española. Lo dice un estudio de la página WEB www.labolsa.com, realizado por Paloma Bilbao Calabuig. De hecho, sólo dos de las compañías analizadas (Popular y Carrefour) carecían de consejeros cruzados. En definitiva, la empresa española ha hecho poco caso de las recomendaciones del Informe Olivencia sobre buen gobierno. El asunto aún resulta más grave cuando se dice que el 11% de los consejeros (se puede pensar en gente como Juan Abelló o Guillermo de la Dehesa) figuran en el 90% de las empresas analizadas. En 2002, la mayoría de las empresas aún no contaba con un reglamento interno de conducta para los consejeros. Asimismo, el estudio concluye que hay pocos consejeros independientes y pocas mujeres vocales.

El capítulo más goloso es el de las remuneraciones de los consejeros. Es más, en la mayoría de las compañías el presidente es ejecutivo u ocupa algún cargo ejecutivo. En otras palabras, cobra sueldo de la empresa. Los que más pagan a sus consejeros son los bancos (con la excepción del Popular) y los que menos, las empresas públicas (ahora ya desaparecidas del Ibex) y Acerinox. En cinco años, la remuneración media a los consejeros aumentó un 74%, un poco más que la inflación y los salarios, y en víspera de los grandes escándalos empresariales, especialmente en Estados Unidos. Por supuesto, el estudio aclara que el aumento en la retribución de los consejeros nada tiene que ver con el aumento en la rentabilidad de las empresas ni en la remuneración al accionista.

De todo el Ibex 35 sólo el Banco Popular tenía en su Consejo representación de trabajadores y directivos. Por otra parte, en la gran empresa española se percibe una fuerte presencia de cajas de ahorros y de participaciones significativas. Por otra parte, el Chase Morgan, figura como el principal accionista de algunas de las grandes empresas españolas cotizadas, siempre con una participación próxima al 5%. El poder del gestor de entidades de inversión colectivas (no es el Chase quien posee esas acciones, sino los fondos de inversión y de pensiones del Chase) es decisivo en el capitalismo contemporáneo.