Sr. Director:
El Papa Benedicto XVI no da puntada sin hilo. Pasados los fervores de las anécdotas de su libro sobre la infancia de Jesús, vuelve a demostrar que tiene muy claro no solo su papel como pontífice, sino también el que, durante tantos años, ha ejercido como teólogo.

Pues donde muchos verán una intención de poner el dedo en la llaga es en la mención al sensus fidelium. Les dijo el Papa a la Comisión Teológica Internacional: "Este don, el sensus fidei es para el creyente una especie de instinto sobrenatural que tiene una connaturalidad vital con el mismo objeto de la fe (...) y un criterio para discernir si una verdad pertenece o no al depósito vivo de la tradición apostólica.

También tiene un valor proposicional porque el Espíritu Santo no cesa de hablar a las iglesias y de llevarlas a la verdad entera. Hoy en día, sin embargo, es particularmente importante aclarar los criterios usados para distinguir el sensus fidelium auténtico de sus falsificaciones.

De hecho, no es una especie de opinión pública de la Iglesia, y es impensable recurrir a él para impugnar las enseñanzas del Magisterio, ya que el sensus fidei no puede desarrollarse auténticamente en el creyente auténtico salvo en la medida en que participa plenamente en la vida de la Iglesia, y esto requiere una adhesión responsable a su Magisterio".

En efecto, no da puntada sin hilo y, por si no fuera suficiente, una crítica al relativismo y su concepción de que no existe una verdad absoluta que ha permitido tergiversar el discurso hasta el punto de tachar a las religiones monoteístas de violentas.

Jesús Domingo Martínez