Uno de los obstáculos para que se produjera la firma el tratado de libre comercio (TLC) entre la UE y Centroamérica es el plátano de Canarias. España está empeñado en proteger aduaneramente la producción del banano canario. Centroamérica presiona. La UE no entiende la oposición española, que finalmente tiene que ceder para que la presidencia española no sea un fracaso más rotundo todavía.
El segundo freno es el político. Más allá de diferencias políticas en Centroamérica, todos los estados asumen el libre tránsito de mercancías. Incluso el populista Daniel Ortega nunca ha puesto en solfa el TLC con Honduras, a pesar de haberla tachado de golpista. Sin embargo, España ha estado retrasando la firma del acuerdo a la normalización de las relaciones con Honduras. El problema radica en que España no reconoce aunque tampoco ignora las elecciones en las que resultó vencedor Pepe Lobo. Pero como quiera que no hay relaciones normalizadas, tampoco podría firmarse un TLC. El resto de los estados centroamericanos prefieren mirar para otro lado cuando de comercio se trata. Y aquí España vuelve a pasar por el aro.