Tarragona es el lugar elegido para la beatificación de 500 nuevos mártires, víctimas de la persecución religiosa de los años 30 en España.
La diócesis catalana ha querido acoger este encuentro, ya que 150 de los futuros beatos eran de allí, incluido un obispo. La beatificación, en octubre de 2013, está recogida como un momento muy significativo en el Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal Española, que propone como modelo a quienes entregaron su vida como testimonio de la verdad del Evangelio, sin un ápice de rencor u odio, y por ello son maestros de reconciliación.
Al beatificar a otro grupo de casi 500 mártires en 2007, Benedicto XVI subrayó que su testimonio compromete a los cristianos a participar con valentía en la difusión del Reino de Dios.
No todos los cristianos están llamados a ese sacrificio, pero el Papa aludió también al martirio incruento de quienes hoy son marginados o ridiculizados por su fe. Por eso también es significativo que la beatificación se celebre en una comunidad, Cataluña, donde las huellas de la secularización son especialmente notables.
En los últimos años se han llevado a cabo políticas de claro sesgo laicista que han sembrado división y discordia, igual que otras propuestas han intentado separar a los ciudadanos catalanes en bandos irreconciliables.
En unas circunstancias como las actuales, el testimonio de los mártires debe animar a los católicos a trabajar con más empeño por el bien común de todos, sin exclusión de nadie
Jesús Domingo Martínez