Este verano estallará la guerra de los móviles virtuales, un capítulo más de la disciplina económica de moda en el siglo XXI, que podríamos definir así: ¿qué es la libre competencia en una sociedad en red? Un móvil virtual no es más que una empresa con una marca reconocida (piensen en El Corte Inglés o el Real Madrid de Florentino Pérez) pero que no invierte en red, sino que utiliza, previo acuerdo, la red de un operador, al que paga parte de sus ganancias como forma de aumentar los clientes.
Pues bien, un reciente informe de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) ha desatado la guerra. Dicen los técnicos, y no lo asume el presidente, Reinaldo Rodríguez Illera, que si se abre el mercado de virtuales tendrá que ser bajo la fórmula de café para todos. Todos iguales, Ni que decir tiene que un gran hipermercado, por poner un ejemplo, no está dispuesto a que su marca valga lo mismo que una tienda de ultramarinos, o la marca Real Madrid no vale lo mismo que la del Real Oviedo (aunque debería).
La CMT deberá decidir, quizás la próxima semana, sobre el informe y rechazarlo u oficializarlo. Ahora bien, las tres operadoras de móviles amenazan con denunciar a los tribunales en el caso de que se imponga el criterio de café para todos.
En el Reino Unido, donde hay virtuales pero no café para todos, empresas como Virgin o el club de fútbol Arsenal se han convertido en operadores virtuales de móvil, y además exitosos. Eso sí, la experiencia, especialmente de Dinamarca, único país de la Unión Europea que mantiene el criterio propuesto por los técnicos de la CMT española, nos dice que los virtuales no han supuesto una rebaja de precios, al menos una rebaja mayor que la de los países que, como Italia o España, operan sin virtuales. Además, Francia ha retirado la obligatoriedad del café para todos.
En cualquier caso, los operadores de móvil vienen a recordar lo difícil que es regular la libre concurrencia, es decir, la igualdad de oportunidades, en una sociedad que opera en red y donde, por tanto las inversiones en infraestructuras (inversión, además, de naturaleza privada, con todo lo que ello comporta) son costosísimas y nadie quiere abordarlas. De ahí que surjan los virtuales, que no dejan de ser un intermediario añadido a la cadena productiva, que sólo venden el prestigio de su marca. Además, que una red propia virtualizada puede valer menos en bolsa.
Por ejemplo; los tres operadores de móviles españoles están más que enfadados. El presidente de AUNA, Luis Alberto Salazar Simpson, llegó a amenazar con irse a los tribunales porque consideraba que le habían cambiado las reglas del juego de Amena. Ahora no puede hacerlo, porque Auna está en venta (la próxima semana podría resolverse) y si los virtuales cotizan a la baja el precio de una red, los compradores de Auna también podrían apostar la baja.