El problema de Alfredo Pérez Rubalcaba -si le das la espalda, te la clava- (en la imagen) no es lo que dice, sino cuándo lo dice. Apostar ahora por el federalismo en España -por cierto, en España reina ya el federalismo sólo que no se llama así-, en pleno ataque soberanista catalán y vasco, parece un poco inoportuno.
Hacerlo meses después de que PSOE y PP pactaran una reforma constitucional de urgencia para intentar detener la progresiva ingobernabilidad y, sobre todo, para poder aplicar las medidas de ajuste frente a la crisis, es una propuesta inoportuna y hasta impertinente.
Más, si se pone en marcha, no porque creas en ello -el PSOE siempre ha sido centralista-, sino porque se te rompe el partido.
Por cierto, yo también me apunto a la España federal, pero no ahora. Estados Unidos es más federal que España pero es que ningún norteamericano quiere independizarse de la Unión. Yo me apunto al federalismo alemán, que, como el norteamericano, es un sistema más descentralizado que el español. Ahora bien, ningún político alemán pretende segregarse de Alemania. Celoso de su autonomía son, ante todo, alemanes. Pero España es diferente. Tenemos a Rubalcaba.
Porque la pregunta es la misma: si hiciéramos una España nominalmente federal, ¿Oriol Pujol, por ejemplo, se daría por satisfecho? Lo de siempre, ¿dónde está el límite?
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com.