Sr. Director:

Detrás de la iniciativa socialista en favor de los monos hay algo más que una idea ridícula. Las palabras del diputado que la presentó (queremos la inclusión inmediata de estos animales en la categoría de personas) revelan toda una concepción antropológica, pero no sólo eso.

Hay en esta propuesta un oculto designio de acabar con la única lección filosófica aprovechable que nos quedó del siglo XX: la noción de persona y su primacía. Ya acabaron con el matrimonio por la misma vía -a saber, la de disolver los conceptos a fuerza de definiciones legales - cuantas más realidades heterogéneas incluye un concepto, tanto más etéreo y vaporoso resulta éste.

El que la disolución conceptual de la institución natural del matrimonio se produjera con la Ley del divorcio y no con la desaparición de la nota institucional de la heterosexualidad (como mucha gente cree) es una cuestión secundaria a estos efectos. Urge continuar la senda trazada por Juan Pablo II, de quien con toda justicia se habla como un gran filósofo personalista, y estar alerta ante las derivaciones totalitarias de quienes aborrecen la visión cristiana del hombre porque ofrece la auténtica liberación, sustrayendo a quien la tiene de todo control ideológico.

Antonio María Martínez

amnez@masbytes.com