Si te dejas lavar semánticamente el cerebro, te lavarán el conjunto del cerebro y, lo que es más importante, el corazón. Recuerden que en el principio era el logos, y eso se nota.
Veamos. Telediario de segunda edición de RTVE del pasado jueves. Ana Blanco nos cuenta que Meriam Ibrahim, la sudanesa condenada a muerte y a unos cuantos latigazos por los musulmanes por convertirse al cristianismo -es hija de cristiana y musulmán- y por casarse con un cristiano.
Lo malo es que los chicos de Polo González-Echenique -insisto, Polo no, Poli como dicen los sindicatos de la corporación pública- no explicaron estos 'pormenores' y aseguraron, en boca de la creíble Ana Blanco, que se trataba de una condena por "apostasía".
Que no, puñetas. La querían matar por el simple hecho de ser cristiana. Por cierto, ella dice que siempre lo ha sido y, en todo caso, se trataría de una conversión, no de una apostasía. Por ejemplo, ¿verdad que RTVE no habría hablado de apostasía si se tratara de una cristiana convertida al Islam Entonces se habría tratado de una muy democrática libre elección, supongo. La diferencia es que la Iglesia no condena a los cristianos que fichan por Mahoma -ya les condenarán cuando se mueran- mientras que marcharte del Islam es causa de muerte.
Para lavar el cerebro, lo mejor es modificar la semántica
Más lavados semánticos del cerebro. El panegírico, también en la tele del Polo-Poli, la controlada por el PP -¡Cómo está el PP, Miquelarena!- en la que se cantaron las excelencias de la cantante Amy Winehouse, "que ya es leyenda" y que decidió marcharse en la cumbre de su gloria. Yo no sé si Amy quería ser leyenda cuando se metió en vena drogas y alcohol o si simplemente el colocón fue demasiado para su cuerpo y la llevó adonde no quería ir. Lo que sí sé es que las civilizaciones empiezan a decaer cuando se olvida a los muertos y se glorifica a los suicidas o a quienes desprecian la vida. Se respeta más a Amy compadeciéndola que justificándola.
Eulogio López
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