Al echar una mirada al panorama de la fe católica en el mundo actual, podríamos dejarnos llevar por la quimérica impresión mediática de que más bien está a la baja.

Sr. Director: 

Los casos recientes de Tony Blair, Mercedes Aroz o Magdi Allam son la punta de un suave iceberg de personas anónimas.

Al echar una mirada al panorama de la fe católica en el mundo actual, podríamos dejarnos llevar por la quimérica impresión mediática de que más bien está a la baja. A veintiún siglos de distancia cabe la pregunta: ¿aún hay quien se convierte? Y la respuesta es clara y tajante: sí. Aún hay quien se convierte en pleno siglo XXI, a pesar de esa extendida mala imagen que muchos tienen o dan del catolicismo.

Según el diario Le Monde (cfr. 2 de abril de 2008) entre 150-200 musulmanes se convierten cada año al catolicismo en Francia mientras que el Reino Unido, confesionalmente anglicano, ha llegado a contar con una población de religión católica que ya llega al 16%. O ahí está el caso de Cuba donde de 1990 para acá los católicos han ascendido en un 45% a pesar de ser un Estado ateo.

Ciertamente los datos son oscuros y no dicen mucho acerca del itinerario personal, las más de las veces costoso, que sigue un ser humano que decide cambiar de religión o abrazar por vez primera una.

Cada experiencia es única y valiosa pero, por su impacto, los tres ejemplos recientes con que hemos abierto la carta son de resonancia mundial, pero hay otros que su conversión ha comportado la muerte, es el caso de David Abdulwahab Mohamed Ali.

La organización International Christian Concern (ICC) informó que extremistas islámicos asesinaron en Mogadiscio, capital de Somalia, a un joven cristiano convertido del islamismo.

Xus D Madrid

xusdomar@gmail.com