- Para el ministro de Exteriores, se hace necesario buscar un encaje a Cataluña en España.
- Para Soraya cualquier movimiento en este sentido es ilegal: sigue en el café para todos.
- Además, el Consejo aprueba el proyecto de Ley de Telecomunicaciones… sin haber pagado el dividendo digital.
- Y Fátima Báñez jura que nunca jamás se congelarán la pensiones. Muy cierto: subirán un 0,25%.
Rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del viernes 13 de septiembre, Palacio de la Moncloa. Preside la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Según doña Soraya, la Diada del miércoles no ha cambiado nada. "Me hacen ustedes las mismas preguntas que una semana atrás". Bueno, no exactamente las mismas, doña Soraya: se las formulan con mucha más perentoriedad. Empeñarse en que aquí no ha pasado nada es sencillamente falso.
La vicepresidenta estaba escocida. Con buen criterio, horas antes, el ministro Margallo, que tiene voz propia, y a veces hasta lengua propia, aseguraba que la Diada había sido un éxito y que había que buscarle algún encaje a Cataluña.
Insultándole sin citar, doña Soraya ha dado a entender –ella nunca cita pero sí desautoriza- que ningún referéndum soberanista tiene cabida en la Constitución. La verdad es que el nacionalismo catalán no le está pidiendo un delito sino un cambio legal.
En definitiva, Margallo es el listo y Soraya la tonta. O, si lo prefieren, Soraya prefiere una vía de enfrentamiento en lugar de un vía de entendimiento. Esta actitud, mezclada con la majadería del aprendiz de brujo que ahora gobierna en Cataluña, supone una mezcla explosiva.
Eso sí, Soraya nos ha dado una exclusiva: Rajoy, un mes después, va a responder a la carta que le remitiera Artur Mas. ¡Qué notición! Si hablaran por teléfono, o por mail, a lo mejor acababan antes. Otro diálogo de sordos. O mejor, diálogo de besugos.
El Consejo de Ministros también sirvió para que el Gobierno vendiera la reforma de la Pensiones. Ahí entra en danza la inefable Fátima Báñez, una explosión de verborrea que consigue –bueno, no lo consigue pero lo intenta- hacer ver lo blanco en negro y lo negro en blanco.
En plata, hace falta bajar las pensiones porque la sociedad española es vieja y o tenemos hijos, y encima hay crisis. Vale, pues dilo, pero pretende convertir la mentira en verdad. Asegura Báñez que "ya nunca se van a congelar las pensiones". Lo hizo Zapatero sí, pero la respuesta del PP es que, como no voy a congelarlas, mejor las subo un 0,25%.
¡Cuánta razón tiene! Zapatero subía las pensiones según el IPC hasta que no pudo subirlas y entonces las congeló, en seco. Un año, pero las congeló. Rajoy se distingue de él, sí señor: las semicongela casi de forma permanente, en el 0,25%. Para que ustedes noten la gran diferencia, un pensionista que salga por los 1.000 euros mensuales (buena pensión en España) cobraría al mes nada menos que 2,5 euros más al mes. Por ese precio te dan de desayunar en cualquier sitio un café con porra, que es muy nutritivo. Sólo que una vez al mes, y hay gente tan avariciosa que pretende desayunar todos los días.
No me ensaño con Báñez. Si la ministra saliera para defender que no es posible subir más las pensiones porque no hay trabajo y porque somos una sociedad de viejos, le aplaudiría. Pero asegurar que nunca se van a congelar las pensiones porque las subo 2,5 céntimos al mes suena a burla.
Otro producto del Consejo del viernes 13, día de virus informáticos: proyecto de Ley General de Telecomunicaciones. Cuanto más sonoro y rimbombante es un proyecto de ley menos relevancia práctica tiene. Su primer objetivo, según el Ministerio de Industria, es facilitar el despliegue de redes de nueva generación, por ejemplo el 4G.
Ahora bien, resulta que el Estado les debe a las operadoras el dividendo digital. Es decir, la red 800, la mejor de la cuarta generación, en parte ya pagada por las operadoras y aún no recibida. Eso sí, tenemos una ley General de Telecomunicaciones. Nada menos.
Más Consejo: la vicepresidenta nos ha vendido que España se suma a los acuerdos sobre prohibición total de minas antipersona. La verdad es que ya no quedan minas antipersona en España pero en política, al revés que en el mercado, un mismo producto puede venderse en distintas ocasiones.
Por cierto, lo que sí se da en España es fabricación y exportación de armas manuales, que también son antipersonas y que son las más utilizadas en aquellos conflictos más enconados del planeta.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com