El anterior presidente, Nieto Nafría, fue cesado tras una opípara comida en el Hostal San Marcos de León. Al nuevo director general, Juan Ignacio Lagartos, no le permiten crear su propio equipo. De la misma forma, al antiguo director general, Evaristo del Canto, no le escucharon cuando denunció que la concentración de riesgos con empresas mineras leonesas y con Retecal (empresa de cable y editora de televisiones locales en Castilla y León) era excesiva.

Por cierto, que el presidente (no 'ex', como decíamos en nuestra edición de ayer), José Luis Ulibarri, continúa empeñado en que Caja España siga ligado financieramente a Retecal y en colocar en la Presidencia a un buen amigo, el presidente de la Cámara de Comercio de Astorga, Victorino González Ochoa. Y a lo mejor, lo consigue, porque a su afinidad política con el Partido Popular le une también una cercanía al mismísimo secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. Con todo, lo cierto es que nadie sabe cuál es la deuda de Caja España con Retecal, y nadie quiere decirlo.

Alguien ha puesto un símil interesante para explicar lo que ocurre en Caja España: Eso es como Bélgica, aseguran. En aquel país existen, como se sabe, socialistas, democristianos y liberales. Pero no son tres grupos, sino seis, porque luego hay que cortar cada cuestión por las abscisas de flamencos y valones. Y es más fácil poner de acuerdo a un socialista flamenco con un democristiano flamenco, que a dos democristianos partidos por la cuestión nacionalista.

Pues bien, en Caja España hay populares, socialistas y leonistas. Eso sí, ahora hay que partir las dos primeras  adscripciones políticas, según sean castellanos o leoneses. Y poner de acuerdo a cinco grupos políticos, sin contar las intromisiones sindicales, es mucho hasta para una caja de ahorros.

Mientras tanto, eso sí, el Banco de España guarda silencio.