Caixabank comenzó a cotizar el 1 de julio en la Bolsa de Madrid. Al alza, como debe ser, aunque no se sabe por cuánto tiempo, porque el efecto de los fondos buitre, que actúan como un oligopolio de Bolsa, puede aparecer en cualquier momento. En el parqué del madrileño, Isidro Fainé presidente de Caixa y de Caixabank, me pregunta: "¿Qué, ya estás convencido de que las cajas no desaparecen?".
Tiene razón y no la tienen. Veamos, la matriz del todo el grupo es Caixa, o sea, una caja de ahorros, propietaria del 81% de Caixabank, donde se encuentran radicada toda la actividad financiera más las participaciones industriales en Telefónica y Repsol, y propietaria del 100 por 100 de Caixa Holding, donde están el resto de las participadas industriales: Abertis, Gas Natural Fenosa, Port aventura, Aguas de Barcelona y el grupo de inmobiliarias.
Caixabank tiene un nombre curioso y significativa mezcla de catalán e inglés. Ya cuenta con 630.000 accionistas, 5277 oficinas, 28.000 empleados y 10,5 millones de clientes (1 de cada cinco españoles trabaja con Caixabank).
Mora baja, capitalización alta, 11%, que ya cumpliría con lo que se supone va a ser Basilea II, esa arquitectura financiera mundial de locos, donde no se admiten a jugadores pequeños y donde el capital importa más que la calidad del negocio bancario, que se mide por la morosidad.
De hecho, es el ejemplo que el Gobierno Zapatero pretende poner ante Europa para su desastrosa reforma financiera, esa reforma que nunca debió iniciarse. Ahora, vienen Bankia y Cívica, y luego los demás.
Ahora bien, el ritmo de bancarización de Caixa vendrá marcada por el porcentaje que la matriz mantenga en Caixabank. Hoy es el del 81%, cuando otros proyectos de bancarización en marcha se van a quedar en exigua minoría, pero ni tan siquiera. La Caixa, insisto, la más rentable, ha conseguido mantener su valor contable como entidad mutual al pasar al mercado; es como el 20% que pierden los fabricantes de güisqui, quienes aseguran que ese porcentaje "se lo lleva el ángel". Aquí se lo llevan los especuladores financieros.
"El mercado es soberano," me dice Gonzalo Gortázar. Muy cierto, tan soberano que es un tiránico y, ojo, no plural, porque el mercado financiero tiene dueños, y no funciona como una democracia sino como un oligopolio de grandes firmas de intermediación.
En cualquier caso, Caixabank ya cotiza en bolsa y en un tiempo récord. Pero Fainé y José María Nin no están dispuestos a parar: quieren completar su geografía en España. Han creado un equipo para observar oportunidades, es decir, para comprar cajas de ahorros en sus zonas más débiles: Cantábrico, Levante y Andalucía. En el Cantábrico no rechazan la SIP de Cajastur, creada junto a La Caja de Ahorros de Cantabria y la de Extremadura. El caso no está cerrado, porque ni el asturiano Cascos ni el extremeño Monago, recién llegados, no están por la labor. También queda la CAM, el mayor problema del Banco de España; en Levante y en Andalucía parece un páramo de cajas de ahorros.
Y que quede bien claro: no quieren saber nada de Catalunyacaixa y de Unnim, diga lo que diga la Generalitat.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com