Su cargo iba a ser el de consejero delegado pero, por el momento, será director general. El nombramiento ha sido aceptado, pero sólo eso, por el presidente Ricardo Fornesa y por el director, Marcelino Armenter. Reynes tiene fama de ejecutivo duro, poco amante de la disciplina, aunque sobradamente preparado. Bajo la atenta mirada del Banco de España, muy anti-Caixa, se prepara el lanzamiento del holding industrial a bolsa. Todo el sector observa la culminación de la jugada
Paco Reynes estaba en la cementera Uniland, cuando lo fichó el consejero delegado de Gas Natural, Rafael Villaseca, para sustituir a Antonio Llardén, nuevo presidente de Enagás. Antes estuvo en Uniland, donde se llevó como consejero a Juan María Nin, hoy director general de La Caixa y quien ha proporcionado su nombre. Y antes en Dogi y Volkswagen.
Tiene fama de duro, incluso poco disciplinado, un ejecutivo agresivo, de decisiones rápidas y poco amigo de reuniones, de delegar el mando o de conclusiones colegiadas. En un principio estaba llamado a ser consejero delegado, pero ahora se ha quedado en director general del grupo industrial de La Caixa, el más importante de España. Ojo, porque hay otro director general, que es, al mismo tiempo, director general-adjunto de la matriz, Marcelino Armenter y, naturalmente, no está entusiasmado con el nombramiento de Reynes.
Además, Reynes no ha venido de la mano del presidente del Holding, Ricardo Fornesa, hasta hace dos meses presidente de La Caixa. Su ámbito próximo recuerda que Fornesa es el presidente ejecutivo del holding, y que la principal ocupación de Reynes será la relación con analistas e inversores, apoyado en su excelente dominio del inglés.
Y es que los cambios en La Caixa, demasiados en poco tiempo, han originado las lógicas tensiones. No cabe duda de que, tanto Antonio Masanell como Tomás Muniesa, directores generales adjuntos, aspiraban al cargo de director general cuando Isidro Fainé ascendió a la Presidencia.
Y todo ello bajo la atenta mirada del Banco de España. Y es que alrededor del holding Caixa no sólo está en juego el mayor grupo industrial del país, y con él, la reconversión del sector petrolero y eléctrico, así como el de concesionarias y transmisiones vía satélite, o el de aguas, sino la batalla misma por el futuro de las cajas de ahorros.
Veamos, tanto el PP como el PSOE, con el muy liberal gobernador Fernández Ordóñez al frente (MAFO), pretenden que las cajas se conviertan en bancos. Para ello han utilizado el eufemismo del "necesario control del mercado", y han propuesto las cuotas participativas como camino para lograrlo. La segunda medida para lograr el fin del sistema de las cajas y convertirlas en sociedades anónimas consiste en que se retiren de la industria. Precisamente, las cajas de ahorros, que en España constituyen, junto a las constructoras, la referencia accionarial de las empresas estratégicas (Repsol, Endesa, Iberia, Telefónica, Iberdrola, Agbar, Gas Natural, etc.). El resto de empresas españolas que tienen algo que decir, son grupos familiares.
Pero La Caixa le ha salido rana a la aún llamada autoridad monetaria. La Caixa, por su historia, sí cree en la industria y le ha respondido al Banco de España, con el apoyo de la Generalitat, con su misma moneda: nada mejor para que el mercado controle las participadas industriales de La Caixa que agruparlas en un holding y sacarlas a Bolsa. La Asamblea de La Caixa será informada en la tarde del jueves si esto se hará mediante una OPV o una OPS. Es igual, al Banco de España no le gusta ni la una ni la otra. Por eso está tan empeñado en que fracase el holding, especialmente ahora, cuando otras cajas de ahorros, por ejemplo las levantinas Bancaja y CAM, miran a La Caixa para hacer lo propio.
Por tanto, lo que está en juego en el 'holding' es mucho más que el mayor grupo industrial del país. El PP está en contra, el PSOE está en contra, el Banco de España está en contra, la Generalitat está a favor. Permanezcan atentos a sus pantallas, a las de Internet.