Un rumor corrió por Telefónica tras el último Consejo de Administración: Alierta había firmado sus condiciones de salida.
Nada más falso. Alierta ya ni se preocupa de ponerse límites temporales o metas de despedida (hasta ahora, siempre repetía que se iría cuando consiguiera ser la tercera compañía del mundo). Ya no : Alierta vive y triunfa: quiere presidir Telefónica durante muchos años, más o menos hasta que alguien le dispute el cargo, y la verdad es que a estas alturas no se lo disputa nadie, ni tan siquiera el Gobierno Zapatero, cuyos afanes intervencionistas han quedado tan claros que ya todo el mundo sabe cómo hay que tratarle: a cara de perro. Además, los socialistas saben que no pueden pedir demasiado mientras no aclaren el papel que juega Felipe González como asesor de Carlos Slim, el principal competidor de Telefónica.
Por otra parte, los dos socios principales, Caixa y BBVA, cada día influyen menos. El presidente del BBVA necesita, y mucho, del 1% del capital de Telefónica, pero Alierta no está dispuesto ya a que ese porcentaje sea una especie de cheque en blanco. Ahora exige información y amenaza con marcharse si no se la proporcionan.
Eso sí, el plan de Alierta consiste en aumentar el perímetro pero, al mismo tiempo reducir los servicios centrales. Lo suyo no son las grandes remodelaciones de directivos, que siempre levantan demasiadas ampollas, sino la revolución permanente. En dos años, ha conseguido que los servicios centrales se reduzcan de 800 a 650 personas. Ahora, el plan es continuar con ese goteo hasta que, cuando se produzca el traslado a la nueva sede, la Corporación esté situada en las 400 personas. Piano, piano...
Un detalle: se quiere reducir Corporación y también servicios de asesorías, consultorías y demás gastos externos. Ese es el encargo que ha recibido la renacida Belén Amatriaín, que ha pasado de TPI Páginas Amarillas a Telefónica Móviles. Por ejemplo, los bancos de inversión temen ante el recorte pero también la famosa firma Estudio de Comunicación, consultora de comunicación que dirige Lalo Azcona y donde trabaja Jesús Ortiz, padre de la futura reina de España, doña Letizia Ortiz Rocasolano.
Los hombres de máxima confianza de Alierta son Santiago Fenández Valbuena, director general de Finanzas y recursos Compartidos el hombre de la finanzas, Julio Linares, a quien muchos daban por jubilado, emerge ahora como hombre clave de telefonía fija en toda Europa, región en la que es muy posible que pase también a encargarse de móviles, y José María Álvarez-Pallete, actual presidente ejecutivo de Telefónica Iberoamérica. Antonio Alonso Ureba, secretario del Consejo, ha pasado a un segundo lugar, y lo mismo puede decirse de Luis Lada, consejero y ejecutivo al que se le consideraba clave hace ahora un año. Kim Faura, el hombre de Terra, puede terminar en el puesto de Rosalía Portela, directora e telefonía fija para particulares.
Todo ello combinado con un ansia de crecer y una visión de negocio que pasa por la integración fijo-móvil a todos los niveles. Alierta está convencido de que la telefonía fija va a desaparecer, absorbida por la voz IP, y que el negocio está en la banda ancha y en la precitada integración. No propiciará el encuentro de telefonía básica y digital, porque eso sería una gran tontería: los precios del móvil bajarán y los del fijo casi desaparecerán. No lo propiciará pero sabe que ese es el destino.
El único problema es que para ese estilo de negocio, habiendo renunciado a la producción y externalizando la extensión de redes, lo cierto es que sigue sobrando empleo en Telefónica.