Telefónica ha realizado muchos ‘eres' durante la última década, pero nunca se ha atrevido con la reconversión de dirigentes. Ahora, sí, aunque "caso a caso"
Telefónica ha realizado muchos "eres" durante la última década, y, lo que es peor, ha recurrido a las subcontratas para muchos puestos de técnicos, comerciales, etc. Pero nunca se ha atrevido con la renovación de la clase dirigente, la mejor pagada, menor en número, pero con más potencial para bloquear a los ejecutivos "activos". De hecho, de esa incapacidad surgió el dicharacho habitual de la operadora. "No es que haya muchos directores generales, es que la generalidad son directores".
Pues bien, Alierta, hombre poco dado a los cambios en la cumbre, ha decidido hacer la reconversión pendiente, la de directivos, sólo que piano piano. "Caso a caso" en una mezcla de prejubilaciones y despidos pactados. En un mes han podido salir 10 directivos, y el caso más significativo es el de Antonio Castillo, veteranísimo ingeniero –se dice de él que sólo el consejero delegado Julio Linares, lleva más años en la empresa-. Castillo fue el número dos de Luis Lada y ha pasado por todos los cargos, especialmente de la Corporación. Y el proceso no ha concluido, ni mucho menos.