Primera curiosidad: las protestas contra las subida de los precios del petróleo ha unido a patronal y sindicatos. Los transportistas que protestaron dos meses atrás eran empresarios, autónomos e incluso asalariados (aunque hay pocos en el sector de transporte de mercancías por carretera), lo mismo ocurre con los pescadores, muchos de ellos micropymes, que bloquearon los puertos. Y ello porque estamos en el fronterizo mundo de los autónomos. Es decir, las promesas contra el Gobierno Zapatero son protestas interclasistas.
Ahora les toca el turno a los agricultores que durante la mañana del miércoles cortaron las carreteras españolas. COAG, sindicato ubicado a la izquierda del PSOE y ASAJA, que no es otra cosa que la patronal agraria, formada en buena parte por autónomos, juntos para formar barricadas y exigirle al Gobierno que reduzca el precio de los carburantes.
Pongámonos ahora en la perspectiva del Gobierno ¿Es necesario que casi 7 de cada 10 de euros que el particular paga por las gasolinas sean impuestos? Desde luego, el vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes piensa que sí. Si para el Partido Popular la clave de la política económica consistía en el equilibrio fiscal para el PSOE también. Pero eso, ante unas protestas provocadas por el alza del precio del crudo en los mercados internacionales, Solbes ha dado orden a la ministra de agricultura, Elena Espinosa, que en ningún caso debe rebajarse la presión fiscal asunto con aire de permanencia- sino que debe acudirse a la zanahoria de las subvenciones públicas medida transitoria y de la que, dicho sea de paso, sólo se aprovechan los grandes: las federaciones de transportes, los armadores de tipo medio o los agricultores con explotaciones de tamaño. Como comentaba en la mañana del miércoles un transportista entrevistado por Radio Nacional y atrapado en un corte de los agricultores. No les servirá de nada. Nosotros hicimos lo mismo y no ganamos nada, los únicos que sacaron algo fueron los de las federaciones, es decir, los grandes.
Solbes sabe, además, que al final las subvenciones sólo conseguirán que transportistas, pescadores y agricultores trasladen a precios más altos las subidas del precio del combustible para poder mantenerse. O sea, que al final lo pagaremos todos con inflación. La otra alternativa es reducir los impuestos. ¿Reducir los impuestos? Eso nunca.