- Y eran satánicos: abandonaron el sagrario y el copón y se llevaron al Santísimo.
- El obispo Munilla ha convocado a los fieles a una Misa de desagravio el próximo domingo día 20.
- Días atrás robaron una Forma del colegio Peñalba, un centro católico de Valladolid.
- Prosigue el debate sobre si se deben difundir estos hechos o no.
Los sacrilegios se han disparado en España. Hace cuatro días
les contábamos lo sucedido en Peñalba, un colegio católico de Valladolid:
unos ladrones se llevaron una forma consagrada -y sólo una- después de reventar cuantas puertas encontraron a su paso, incluida la de la caja fuerte donde, por seguridad,
se guarda la reserva eucarística durante la noche.
Ahora tenemos que hablar de otro sacrilegio: el robo de las formas consagradas que había en la
capilla del cementerio de Polloe (
en la imagen), en San Sebastián. Ocurrió hace cinco días, el
lunes 7 de noviembre. Y ojo, porque si alguien tenía alguna duda, se confirma que eran satánicos: en un primer momento se llevaron el sagrario entero, con el copón y las Formas en su interior, pero este jueves encontraron tanto el sagrario como el copón en una esquina del campo santo.
De las formas consagradas, ni rastro.
"Podéis suponer que nuestro dolor es grande, y por ello, me siento llamado a compartirlo con vosotros y a pediros que realicéis en vuestros turnos de adoración una respuesta de desagravio y de reparación",
ha escrito el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, a los fieles de la diócesis.
Y como acto central de reparación, el prelado ha convocado a todos el
domingo 20 de noviembre, día de Cristo Rey, a la Misa de desagravio que celebrará a las 10:30 de la mañana en la capilla del cementerio.
Ocaña, Valladolid en varias ocasiones, ahora en San Sebastián... está claro que los sacrilegios -especialmente los eucarísticos-
se han disparado en nuestro país. Pero lejos de amilanarnos, los católicos debemos dar un paso al frente. Así lo entiende Munilla.
"Si el Señor, a pesar de todos los riesgos y peligros, mantiene hoy su voluntad de permanecer entre nosotros, es una
señal inequívoca de que los bienes que se desprenden de su presencia son infinitamente más grandes que los males que puedan derivar", señala el obispo.
Y a todo esto, prosigue el debate sobre si estos
hechos sacrílegos se deben difundir o no. Estoy convencido de que es mejor hablar de ellos. Al menos, servirán para que más de uno se replanteé su catolicismo. Además, esconderlos sólo beneficia a quien los comete. Y a Satanás.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com