- La compra de deuda por valor de 80.000 millones mensuales dudará hasta marzo de 2017. Más incluso de lo que esperaban los mercados.
- O también más meses, "todo lo que sea necesario", de acuerdo con el objetivo de inflación, el 2%.
- Y encima, no mueve los tipos de interés, en mínimos: vivimos en un océano de liquidez.
- Después de 35 años de tipos al alza, llevamos otros 35 años con los tipos a la baja... pero sin notar los frutos.
- El dinero barato no hace crecer la economía.
¿No quieres caldo? Pues toma dos tazas. El refrán sirve esta vez para retratar lo que ha contestado el presidente del BCE,
Mario Draghi (
en la imagen), a los temían un parón en su
programa de compra de activos. ¿Temían la retirada de estímulos? Pues toma seis meses más, como mínimo.
En otras palabras, Draghi prolonga hasta marzo de 2017 las
compras mensuales de activos por valor de 80.000 millones de euros. Dicho en
roman paladino, continuará con su política de
fabricar dinero para comprar deuda pública y corporativa, no un granito de arena sino una montaña arenosa en el
océano de liquidez.
No sólo eso. La
hazaña de Draghi puede durar muchos más meses, "todo lo que sea necesario", de acuerdo con el objetivo de inflación. Ese objetivo está en 2% y no estamos ni a la mitad. Hilo a la cometa, por tanto.
Hay más. El
BCE ha decido también mantener los
tipos de interés en mínimos históricos del 0% (0,25% para créditos y -0,4% para depósitos), que dejará tal cual "durante un período prolongado que superará con creces el horizonte de nuestras compras netas de activos", como ha señalado en su
nota el
Banco de España.
Las consecuencias de esta
política monetaria son conocidas: la
burbuja de la deuda por un lado, y de la
devaluación de la economía real, por otro. La mezcla de ambas es la
crisis permanente, aunque el último episodio lo hemos vivido a partir de 2007... y seguimos en ello.
Muy breve: la deuda es la
antesala de la ruina pero los Estados le han perdido el miedo, así como las empresa y en menor medida las familias. Y el océano de liquidez provoca lo demás: la
devaluación de los bienes (la economía) y los
servicios (los suelos), con otro efecto perverso y colateral: el triunfo de los
especuladores.
Observen con detalle el
gráfico adjunto: ahí se dibuja la evolución de los tipos de interés en los últimos 70 años. Verán que hay una tendencia ascendente desde el final de la
II Guerra Mundial hasta 1981, y desde entonces,
una tendencia descendente hasta la actualidad.
Las últimas décadas han sido una
sucesión de crisis económicas. El tramo final parece ya una
crisis permanente y continuada.
El axioma que estamos vulnerando es muy sencillo: la economía marcha bien cuando se fabrican bienes y servicios, no cuando se fabrica dinero.
El dinero sólo es un instrumento de cambio y el océano de liquidez en el que vivimos desde hace 35 años,
lo único que hace es devaluar toda la producción mundial de bienes y servicios. No muy deseable.
Rafael Esparza