- El presidente de la Reserva Federal hasta febrero de 2014 se pasa al 'hedge fund' Citadel y no pasa nada.
- Vamos, que no hay problemas en girar de la noble tarea de supervisar el sistema financiero a la también 'noble' tarea de especular.
- El presidente de BlackRock, Larry Fink, es poderoso por el dinero que mueve (de otros), no por sus aportaciones a la humanidad.
- Mueve en concreto 2,4 billones de euros (cuatro veces el PIB español), demasiado como para no dar 'órdenes' a Cameron o a las empresas del Ibex.
- No preocuparse: son cosas de los imperativos financistas de los mercados.
Tiene su guasa que
Larry Fink sea uno de los hombres más influyentes del mundo -no por lo que ha aportado a la humanidad, sino por el dinero que maneja- y que
Ben Bernanke, presidente de la
Reserva Federal de EEUU hasta febrero de 2014 (desde 2006), haya fichado por un
fondo especulativo. Las dos son noticias de este viernes y, qué quieren que les diga, dejan en ocioso cualquier debate sobre eso de los
perros, que sean o no los mismos, y los
collares, que cambien o sigan siendo azules. No tiene mayor importancia, ya me entienden, en eso de que la especulación contamine la economía real o que la
economía real sea presa de la especulación.
Al grano. Larry Flink es presidente de
BlackRock, una gestora de fondos de inversión que mueve la friolera de 4,2 billones de euros (un montón de campos de fútbol si se pudiera pasar a hectáreas), y se permite marcar el rumbo con sus informes de lo que deben hacer los
gobiernos -sus últimas
indicaciones fueron al
premier británico David Cameron, el último- y las
multinacionales. El fin siempre es el mismo que las cosas salgan como ellos quieren para
ganar mucho más dinero. En esa
suerte no están al margen las empresas del Ibex, en las que la gestora tiene invertidos más de 9.000 millones de euros. Y
Ben Bernanke, vaya por Dios, protagonista inconfundible en la mayor crisis económica global por su papel en el banco central más poderoso del mundo, ficha como asesor del
fondo especulativo Citadel LLC, que gestiona activos valorados en 25.000 millones de dólares. Asombroso.
Les animo a que vean el video
Crisis económica mundial y su explicación, con la ironía inteligente de los célebres humoristas
John Bird y
John Fortune. En sus 8,35 minutos se dan algunas pistas de cómo se gestó esa crisis, provocada por la codicia y en ausencia, a partes iguales, de control y valores éticos. Y ya de paso, les recomiendo también algunas de las mejores películas que se han rodado sobre esos personajes, tan poderosos, que decidieron el
fatal destino durante años de la economía mundial. Entre ellas están
Inside Job,
The Company Men o
Too Big to Fail, una valiosa producción del canal americano
HBO.
A partir de ahí se harán una serie de preguntas, con respuesta, y podrán encajar mejor la
contradicción de la nueva senda laboral de Bernanke o el
contrasentido de que Larry Flink -que juega, no lo olviden, con dinero de los demás- diga a los presidentes de las multinacionales que
inviertan más y paguen menos dividendos a sus accionistas.
Lo de Bernanke es
sublime. No sólo entra en un fondo especulativo sino que a su decisión añade que no ve en ello nada extraño porque
no crea ningún conflicto de intereses. Vamos, que no pasa nada porque el todopoderoso banquero, antaño ocupado en la
noble tarea de
supervisión del sistema financiero americano, pase ahora a la también
noble tarea de
especular, al margen, naturalmente, de que la especulación pueda desestabilizar la economía real. Es lo que pasó exactamente con la
crisis de las subprime de 2008, cuando Bernanke presidía la Reserva Federal. Pero él dice que no hay problema porque la Fed no se ocupa directamente de los fondos especulativos como Citadel. La osadía de Bernanke va más allá: tiene
blog, prepara
libros, pronuncia
discursos y se ha hecho un hueco en
influencia en el pensamiento económico. No se asusten en exceso: Bernanke copia a su antecesesor en el cargo,
Alan Greenspan, que hizo lo mismo cuando abandonó la Fed: fichar por otro fondo que tal baila, Pimco, del multimillonario
John Paulson. Los deseos de
Wall Street son demasiado tentadores.
Lo de Larry Fink también merece un repaso. Es un señor que opina de todo, a través de la gestora de fondos que preside, pero por algo tan sencillo como los versos de
don Francisco de Quevedo, esos de
"Poderoso caballero es don dinero". Da igual que sean empresas, gobiernos o reguladores a los que se dirija. Le da lo mismo. Eso sí, a todos ellos les dice
lo que hay que hacer para que la política corrija el rumbo de la economía o al revés, pero siempre a su
conveniencia; o sea, para que sus fondos consigan una mayor
rentabilidad. Lo de la economía real es secundario. Se lo ha dicho a las empresas, al quejarse de que sus
chicos (sus ejecutivos) sufren demasiadas presiones porque no consiguen la suficiente rentabilidad -léase: algo tienen que hacer las empresas para que no pase, como pagar menos
dividendos- y también a los gobiernos.
El último aviso de Fink fue a
David Cameron para que se ponga las pilas ante un peligroso resultado en las
elecciones legislativas de mayo. Ojo con una posible coalición de laboristas y nacionalistas escoceses, que "Gran Bretaña se podría transformar en una especie de España antes de la crisis".
Y las multinacionales, entre ellas también las españolas, les ha dicho en su último boletín que cuidado, que "con los tipos cerca del 0%, devolver una cantidad excesiva de capital a los inversores envía un mensaje desalentador acerca de la capacidad de una compañía para usar sabiamente sus recursos y desarrollar un plan de negocio".
No se engañen: a Larry Fink no le preocupa España o el Reino Unido; sólo ganar más dinero.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com