• No está dispuesta a ceder: no sueña ya con un socio industrial, pero se conformaría con que los 100 millones los aportaran fondos de inversión.
  • Lo cual lleva a otro problema: el de las garantías, cuando hasta Abengoa Yield ha quedado fuera de la negociación.
  • La consultora KPMG se queja de la complejidad del grupo para conocer la situación real de la empresa: demasiados rizos.
  • La energética andaluza se rinde a la realidad y suspende temporalmente sus proyectos en Brasil.
Duro pulso el que mantienen los bancos acreedores con Abengoa. Hasta le han puesto una fecha como tope, que vence mañana, 15, para que consiga 100 millones de euros. De lo contrario, de línea de liquidez, nada. Y eso, en otras palabras, es sinónimo de que peligra hasta el pago de las nóminas de este mes, que es lo que se temen los trabajadores del centro sevillano de Palmas Altas. Están que braman. La banca lanzó ese ultimátum el jueves, después de negarse a anticipar nuevos plazos de pago, como le pidió Abengoa, siendo consciente de que este lunes se celebra otra reunión, algo que ha levantado ciertas suspicacias entre las partes. ¿Para qué poner una fecha si no se va a cumplir y, encima, convocar esa nueva reunión la víspera y por la tarde? Otra cosa es que Abengoa consiguiera los 100 millones. Si es así, todo podría cambiar de repente y que la banca se ablandara para replantear una solución con nuevas inyecciones de capital e incluso la salvación del grupo. Tengan en cuenta la presión social para un arreglo, no menor. Inicialmente, la banca hasta había soñado con que la energética encontrara un socio industrial que arreglara el entuerto. A día de hoy, se conforma con ese dinero le venga por la vía que sea, aunque sea de fondos de inversión (¿por qué no, entre ellos, del fondo británico TCI, gran inversor en AENA, por ejemplo?). Pero tiene claro que sin esos 100 millones, no dará ningún paso adelante. Es la prueba de su hartazgo.  A cada paso que han dado para conocer la situación real de la empresa, más difícil han tenido saber realmente si la deuda se corresponde con los 8.900 millones que asegura la empresa. Y como no se fían, exigen más garantías. Una cosa lleva a la otra. Y eso conecta, dicho sea de paso, con otro problema no menor, el de los activos como prenda, como sucede con Abengoa Yield, que ya está comprometida como aval con los bonistas. La banca sigue esperando al informe de KPMG sobre el mapa de deuda. Y ese es otro de los quebraderos de cabeza. A las alturas de la película que estamos, ni la auditora se compromete a redactar su informe en el plazo que le piden por la complejidad interna de Abengoa. Podría entregarlo, dice, pero no con un rigor del 100%. En ese cuadro quedarán dibujadas todas las aristas del endeudamiento real del grupo andaluz: por activos, por países, por sectores, por la matriz y las filiales. Y a ese frente se ha unido otro, consecuencia directa también de la falta de liquidez, a la espera de un difícil acuerdo con los bancos: la suspensión temporal de sus proyectos en Brasil. El país hispanoamericano se ve penalizada así por vía doble: ya está siendo uno de los países más directamente afectados por el recorte de empleo. La medida no salpica, como es lógico, a las concesiones en funcionamiento, que siguen operando con normalidad. Y lo que ocurre en Brasil no es más que un aviso de lo que puede suceder también en otros países como México o Chile, en los que sus filiales tienen muy complicado autofinanciarse. Abengoa cuenta en Brasil con una plantilla de 5.000 trabajadores, mientras que en México y Chile no llegan a los 1.500. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com