Fernando Simón, nuevo ídolo de la progresía, del que puede decirse aquello de que le gusta salir en TV más que a un tonto una tiza, se ha negado a decir cuántos ancianos murieron en las residencias por coronavirus, con la curiosa excusa de que él no es quién para decirlo.

Podría haber respondido eso mismo hace dos meses, cuando se le empezó a formular esa misma pregunta.

Cuando le interesa, el doctor Simón es competente ante cualquier cuestión. Cuando no, se trata de algo que deben responder los políticos. Como si Salvador Illa hubiera respondido a algo, alguna vez.

Simón lleva cuatro meses tomándole el pelo a los españoles con las cifras reales fallecidos, que, insistimos, nada tienen que ver con los algo más de los 28.000 infectados.

Pero, encima, que Simón tenga el cuajo de volvernos a amenazar con otro confinamiento… De entrada, espero que la ciudadanía se revele, pero ha encontrado tanto éxito, que ya no me asombro de nada.

La gran estafa sanchisa del coronavirus no hubiera sido posible sin el Ciudadano Simón. Pero encima amenazas, eso sí que no, doctor.