Alejandro Muñoz y Jose Antonio Larraz, Socios y gestores del fondo Incometric Equam Global Value.
En la última década, los bancos centrales han mantenido una constante política monetaria expansiva con tipos de interés muy bajos y constantes inyecciones de capital. Estas políticas han generado diversas distorsiones en la economía y en los mercados incluyendo erróneas decisiones de inversión, excesivo gasto por parte de los estados y en cuanto a la inversión se refiere una distorsión en la valoración de distintos tipos de activos.
Así durante este tiempo de continuo descenso de tipos de interés, la renta fija ha experimentado un continua revalorización y emisiones de deuda a tipos cercanos a cero y dentro de la renta variable hemos visto un muy distinto comportamiento entre diferente tipo de acciones, con un tipo de compañías (de alto crecimiento y poca generación de caja actual) cotizando en la mayoría de los casos a unos niveles de valoración absurdamente altos y otro bloque de compañías (de negocios más estables y muy generadores de caja) siendo totalmente ignorados por el mercado y cotizando a valoraciones anormalmente bajas.
Sin embargo, en los recientes trimestres ha comenzado a cambiar la situación de los últimos años. Como era de prever, las intensas y laxas políticas monetarias de los bancos centrales (junto con unas políticas energéticas erráticas) han acabado generando una subida intensa de los precios que empezó a manifestarse durante el año 2021 y que se han ido consolidando en la primera parte del año 2022. Este alto nivel de inflación ha forzado a los bancos centrales de las principales economías a empezar a realizar (o considerar) subidas de tipos de interés.
Esta normalización de tipos va a aumentar muy probablemente la volatilidad en el mercado durante un periodo de tiempo, pero creemos que va a ser un buen catalizador para terminar con la divergencia de valoración que existe actualmente entre los distintos tipos de activos (valor frente a crecimiento o renta fija)
Creemos que a pesar de ser doloroso en el corto plazo y llegar demasiado tarde, la normalización de tipos es deseable y saludable desde una perspectiva de medio/largo plazo, ya que permitirá eliminar progresivamente las diferentes distorsiones creadas en la economía y en los mercados y va a evitar prolongar una situación que conforme iba pasando el tiempo se iba a hacer cada vez más insostenible.
En este contexto, es verdad que esta normalización de tipos va a aumentar muy probablemente la volatilidad en el mercado durante un periodo de tiempo, pero creemos que va a ser un buen catalizador para terminar con la divergencia de valoración que existe actualmente entre los distintos tipos de activos (valor frente a crecimiento o renta fija). De hecho, este proceso de normalización ya ha empezado a verse, aunque por ahora principalmente por el lado de fuertes caídas en la cotización de compañías de crecimiento y no tanto por la revalorización de las compañías de valor que siguen cotizando a un nivel de valoración excesivamente bajo.
El tiempo juega a favor del inversor paciente, ya que en la espera, este tipo de compañías continúan generando valor mediante su alta generación de caja. Conforme la dispersión entre valor real y cotización se va agrandando, más cerca estamos de que se produzca el diferencial. Comprar buenos negocios, generadores de caja a precios atractivos ha sido históricamente una buena estrategia de inversión y ha permitido protegerse en entornos de inflación. Creemos que en esta ocasión no va a ser diferente y que lo iremos viendo progresivamente en los próximos trimestres.