Blas Camacho ha muerto a sus 81 años, víctima del coronavirus. Durante la Transición política, como componente del famoso grupo Tácito, fue diputado por UCD y luego por Alianza Popular. Cuando en el PP empezaron a molestar los católicos, se le fue orillando hasta que, en 1993, salió del Parlamento y se dedicó a potenciar su bufete, Blas Camacho y asociados.

Su currículum político es largo pero lo que le definía se condensa en dos palabras: Camacho era un político cristiano… coherente. No era un católico metido en política sino un político católico.

Ya retirado de la política me confesaba: “Me tocó librar la batalla del divorcio y salí escaldado. No quiero ni pensar que ahora me hubiera tocado el aborto”.

Y añadía: “Del divorcio salí trasquilado, no por los otros, sino por los míos”. Y cuando seguía mis peleas en Hispanidad, sentenciaba: “Te van a matar. Los de delante no, los de detrás”.

“Te van a matar. Los de delante no, los de detrás”

Con la muerte de Blas Camacho desaparece otro testimonio de una clase política, la de la Transición, que podía ser mejor o peor que la actual, pero que valoraba la coherencia entre las propias convicciones y el quehacer público. Camacho era católico e intentó serlo hasta el final.

Al final de su vida se embarcó en otra curiosa aventura: la del intento de canonización de Ismael de Tomelloso, un joven de su pueblo natal que, según Blas, debía convertirse en el primer soldado republicano canonizado por la Iglesia.

Seguirá luchando por ello desde el mundo fuera del tiempo.