Petrobras también ha visto reducidos sus ingresos en el primer semestre por el abaratamiento del crudo, al igual que la mayoría de petroleras. Sin embargo, junto a la británica BP y la mexicana Pemex, la brasileña ha logrado colocarse como otra excepción al lograr más beneficio: de hecho, lo ha triplicado.

La petrolera, que está controlada en un 36,6% por el Estado brasileño, ha tenido unos ingresos de unos 36.116 millones de euros entre enero y junio, lo que supone un 10,9% menos que en el mismo periodo de hace un año. Todo ello, con una cifra de unos 18.042 millones en el segundo trimestre, un 10,4% menor a la de hace un año, pero bastante estable sobre la obtenida entre enero y marzo.

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Por su parte, el resultado bruto de explotación (ebitda) ajustado ha bajado un 9,5%, a unos 16.885,5 millones. Y el beneficio neto se ha triplicado, alcanzando los 9.786 millones, gracias al aumento del 5,4% en la producción de petróleo, que ha compensado la caída del precio del crudo en el mercado internacional.

Sólo en el segundo trimestre, el resultado ha alcanzado los 4.203 millones, lejos de los números rojos de 410,81 millones obtenidos hace un año. “Tuvimos un excelente resultado operacional en el segundo trimestre, impulsado por la implementación de nuevos sistemas de producción y la mejora de la eficacia en los campos de operación”, ha explicado Fernando Melgarejo, director financiero de Petrobras. Además, la producción media de petróleo ha crecido un 8%, hasta 2,32 millones de barriles diarios.

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Las inversiones en capex de la petrolera que preside Magda Chambriard se han disparado un 32% entre enero y junio, a 7.287,5 millones. Claro que también la deuda neta se ha movido al alza, pues ha subido un 26,9%, hasta 50.227 millones. Eso sí, se ha aprobado un pago de dividendo de unos 1.360 millones, como anticipo del dividendo anual.

La petrolera brasileña está esperando una licencia del organismo público de vigilancia ambiental para iniciar perforaciones exploratorias en una zona de unos 350.000 kilómetros cuadrados en el Margen Ecuatorial, cerca de la desembocadura del río Amazonas, en el norte del país. Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, respalda dicho proyecto, pues defiende que la transición energética necesita de enormes ingresos para financiarse, pero hay críticas de organizaciones ecologistas cuando faltan tres meses para que se celebre la Cumbre del Clima (en concreto, la COP30) en la ciudad brasileña de Belém.