Este martes, se ha celebrado la reunión anual de la Asociación Española del Gas (Sedigas) y su presidente, Joan Batalla, ha señalado que el precio del gas empieza a estar estable en unos 70 euros por magavatio hora (MWh). Asimismo, a pesar de la enorme volatilidad que ha surgido con la guerra en Ucrania, cree que podría bajar algo en el resto del año.

Un precio del gas que lleva meses despertando gran interés por su repercusión en el mercado mayorista de la electricidad. Por cierto, España y Portugal siguen esperando el ‘ok’ definitivo de Bruselas al tope ibérico, que se empezó a negociar hace dos meses y los gobiernos de ambos países aprobaron hace algo más de dos semanas. Al final, los clientes españoles no lo notarán en su factura de mayo, como apuntó en un principio la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, quien la semana pasada no escondió su burla con el tope ibérico al hablar de “incertidumbre” para calcular la rebaja... que ya no será del 30%, sino del 15-20%. Además, no se puede olvidar que dicho tope creará un nuevo déficit de tarifa

Batalla subraya que “en términos de biometano, la Unión Europea reconoce que somos el tercer país con mayor potencial en gas; y en hidrógeno, somos la primera potencia para su producción y exportación”... y tenemos una red gasista de más de 100.000 kilómetros preparados para su circulación

Volvamos a Sedigas. Batalla ha subrayado la importancia de que España apueste por los gases renovables -principalmente, por biometano e hidrógeno- como complemento a las interconexiones, de cara a asegurar los objetivos de la descarbonización y la soberanía energética. Asimismo, ha subrayado que “en términos de biometano, la Unión Europea reconoce que somos el tercer país con mayor potencial en gas; y en hidrógeno, somos la primera potencia para su producción y exportación”. Por ello, ha añadido que “el biometano es el presente, atendiendo a que es una tecnología madura y competitiva, y el hidrógeno, sin duda, es el vector energético del futuro”.

Al hilo de esto, no se puede olvidar que la red gasista española suma más de 100.000 kilómetros preparados para la circulación de biometano e hidrógeno que, con un refuerzo en interconexiones, pueden posicionar a nuestro país a la cabeza de la carrera de los gases renovables en Europa. Batalla también ha señalado que ya contamos con cinco instalaciones que producen actualmente biometano y lo inyectan en la red y más de 200 proyectos en cartera que podrían ver la luz en los próximos dos años, por lo que España puede y debe asumir el liderazgo europeo en la generación de gases de origen renovable, los cuales son fundamentales para la seguridad de suministro y para el proceso de descarbonización de la economía.

España cuenta con un tercio de la capacidad de almacenamiento de gas natural licuado en Europa y cerca de un 25% de la capacidad de regasificación. Asimismo, las reservas europeas de gas están muy por debajo de las de nuestro país (66%): en el 47% en Francia e Italia, 45% en Alemania o 35% en Países Bajos

Por su parte, Naiara Ortiz de Mendíbil, secretaria general de Sedigas, ha insistido en que “no debemos olvidar además que el gas no es solo fuente básica de suministro energético, sino también materia prima indispensable en procesos productivos de industrias básicas”. Por ello, considera que “fomentando la generación, la inyección en red y el consumo de gases de origen renovable estamos contribuyendo a descarbonizar sectores donde la descarbonización supone un reto más complejo”, recordando la contribución del biogás y del biometano al avance hacia la economía circular por el aprovechamiento de los residuos procedentes de las industrias agropecuaria y agroalimentaria y de la gestión de residuos que hay en nuestro país.

En una de las mesas redondas de la reunión anual de Sedigas, se ha puesto en valor la fortaleza de la infraestructura gasística española, que cuenta con un tercio de la capacidad de almacenamiento de gas natural licuado en Europa y cerca de un 25% de la capacidad de regasificación. Asimismo, las reservas europeas de gas están muy por debajo de las españolas, como ha explicado Batalla: España dispone de un 66%, frente al 47% de Francia e Italia, el 45% de Alemania o el 35% de Países Bajos. Al hilo de estos datos, no se puede perder de vista que el objetivo de la UE es que los 27 Estados miembros tengan sus reservas al 80% este otoño para hacer frente a los cortes de suministro rusos y a la desvinculación creciente del gas ruso.

Arturo Gonzalo Aizpiri, CEO de Enagás -compañía gestora del sistema gasista español y transportista de gas-, ha referido que actualmente las dos interconexiones gasísticas con Francia -a través de Irún (Guipúzcoa) y a través Larrau (Navarra)- funcionan a plena capacidad, hasta los 7.000 millones de metros cúbicos (7 bcm) en sentido de sur a norte, algo contrario a lo que suele ser habitual. De hecho, en las últimas semanas, sobre todo, tras la invasión rusa de Ucrania y el inicio de la guerra, se está llegando a exportar más gas a Francia del que entra vía Argelia (país que ha dejado de ser el primer suministrador español en lo que va de año, en beneficio de EEUU). Además, ha aumentado notablemente la recarga de buques en España y la de barcos con gas natural licuado (GNL) -que cuesta más del doble que el que llega por gasoducto- se ha disparado un 289%.

Por su parte, Pedro Larrea, director de Gestión de la Energía y Redes de Naturgy, ha destacado que el sistema eléctrico de aquí a 2030, con el aumento de la generación renovable, va a necesitar más generación térmica con gas y más cogeneración, por lo que ha criticado que en la actualidad hay una falta de inversiones para conservar lo que hoy existe. Larrea considera que no va a ser fácil reducir la dependencia de Europa del gas ruso, y del gas en general, y ha señalado que el reto de hacerlo en dos tercios para el próximo año es muy importante, pero no sólo consiste en poner más plantas de regasificación, como quiere hacer Alemania, sino en conseguir el gas. Al hilo de esto ha recordado que en el mercado del GNL puede haber entre 400 y 500 bcm (400.000 y 500.000 millones de metros cúbicos), cuando el gas que importa Rusia de Europa asciende nada menos que a 150 bcm (150.000 millones de metros cúbicos).