Ante todo observen el cuadro sacado del código de Buen Gobierno, de la propia Indra. Vean con qué meticulosidad la ingeniería detalla lo que no se debe hacer, lo que son malas prácticas, tales como confundir los intereses de la propia compañía con las de un proveedor. Vamos, que no se puede estar en misa y repicando. 

Pues bien, esa misma compañía, más bien los hermanos Escribano, propietarios de un 15,5% del capital pretenden llevar adelante un conflicto de competencias mucho mayor, como es el de que la compañía que presiden compre EME, empresa 100% de su propiedad. Es lo que en Hispanidad hemos llamado operación abyecta, en la que el comprador es un accionista y, además, propietario de lo comprado. Y donde, por tanto, cualquier valoración es digna de sospecha. 

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A pesar del silencio de la inmensa mayoría de los medios informativos, ominoso silencio, los hermanos Ángel Escribano, presidente y, Javier Escribano, vocal del consejo, insisten en llevar a cabo la operación y cuanto antes. Esto, por dos motivos: cuanto más tiempo pase, más sube Indra en bolsa y más habrá que forzar al alza el valor de EME que, por no cotizar en bolsa, puede valer de 0 a 100. 

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En esas, a los Escribano se les ha ocurrido una gran idea: han intentado convencer a los Aperribay, dueños de SAPA, de que Indra también absorba su compañía. Ya saben: como todos pecamos, nadie pecó. Ahora bien, los Aperribay andan ligeramente cabreados con los Escribano. En primer lugar, se han hecho recibir en Moncloa por el number one, el todopoderoso Pedro Sánchez. A renglón seguido, han rechazado la oferta de los Escribano y han vuelto a plantear su advertencia: si Indra tira de EME, ellos, accionistas de Indra le harán la competencia... a Indra. 

Y aquí es donde les cuento la historia de General Dinamics y su firma en España, Santa Bárbara. Indra es una empresa de ingeniería, no un fabricante de carros blindados. Es capaz de ejecutar radares para cazabombardeos o para fragatas, pero no produce, ni cazabombaderos, ni fragatas

Pero, las trifulcas entre accionistas no son, ni de lejos, la cuestión más importante en la empresa española de moda, la que más se revaloriza en la bolsa española, la que mayores perspectivas de crecimiento ofrece, dado que, por si alguien no se había enterado, estamos en guerra. Y esa cuestión no es otra que la capacidad industrial, aún no probada, de Indra para satisfacer las necesidades del ejército español y de la seguridad nacional.

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Y aquí es donde les cuento la historia de General Dinamics y su firma en España, Santa Bárbara. Indra es una empresa de ingeniería, no un fabricante de carros blindados. Es capaz de ejecutar radares para cazabombardeos o para fragatas, pero no produce, ni cazabombaderos, ni fragatas. 

Hasta ahora, el consorcio de empresas que acudía a las grandes licitaciones de Defensa estaba liderado por los americanos de General Dinamic. Durante la etapa de Marc Murtra se intentó arrebatar esta primacía a los norteamericanos, en favor de un Europeo: la alemana Rheinmetall. Ahora bien, General Dinamic, que sí sabe hacer vehículos blindados, no acepta ser un segundón de Indra, de cara al contratista español. Ni aunque le compren Santa Bárbara. Y a los alemanes de Rheinmetall les ocurre lo mismo. Ya saben: todos somos europeos, pero la vaquiña a tu prao. Y el problema es que Indra no sabe hacer el tanque todo entero.

Moraleja: en lugar de pelearte con el socio por ver quién manda, en lugar de intentar dar pelotazos entre socios y, en lugar de atraerte a tu único cliente, que no deja de ser el Estado, sería mucho más interesante que fortalecieras una industria nacional de defensa, haciendo lo que sabes hacer por tus propios medios. De nada, don Ángel Escribano.