Ángel y Javier Escribano están de los nervios. Vender la empresa que poseen (EME) a la empresa que presiden (Indra) se está retrasando y eso no es lo planeado inicialmente. La situación no sería tan alarmante para ellos, en cualquier caso, si el Gobierno Sánchez no estuviera en descomposición, con detenciones de personajes relevantes como el expresidente de la SEPI y hombre de confianza de María Jesús Montero, Vicente Fernández.

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Para entendernos: los consejeros de Indra, principalmente los independientes y los representantes de la SEPI, están retrasando la operación abyecta todo lo que pueden, no porque se opongan a ella, sino porque tienen miedo de las consecuencias jurídicas que pueda tener en caso de demanda. Ya hay varios despachos preparados para llevar la operación a los tribunales en cuanto se apruebe, tanto por conflicto de intereses como por ir contra los intereses de los accionistas minoritarios.

Conviene recordar que hablamos de la venta de la empresa que poseen los Escribano (EME) por la empresa que presiden (Indra). En cualquier otro país europeo la operación ni siquiera se habría planteado. ¿La CNMV? Tranquilos, nada que temer: ya está colonizada por el Sanchismo.

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Recapitulando, tenemos a los hermanos Escribano intentando vender cuanto antes su empresa, EME a Indra, empresa que preside Ángel y de la que poseen el 14,3%. Los tiempos son importantes porque un cambio de Gobierno supondría, casi con total seguridad, la suspensión de la operación y les pondría en un serio aprieto para devolver el préstamo millonario que recibieron para comprar ese 14% de Indra.

Se pueden imaginar el grado de nerviosismo que tienen actualmente viendo cómo el sanchismo se desmorona por momentos, con informes y detenciones como la de Vicente Fernández, expresidente de la SEPI y hombre de confianza desde hace años de la vicepresidenta primera, María Jesús Montero.

En este contexto de pánico se entiende el hecho relevante remitido por Indra a la CNMV, en la tarde del miércoles. Un comunicado sin precedentes… porque no dice nada, salvo que la operación es “coherente” con la estrategia de Indra. Claro, como todas las operaciones empresariales que se plantean en el mundo, porque las que no son coherentes ni se plantean. En definitiva, el hecho relevante sólo sirve para recordarle al mercado que la operación abyecta sigue viva a pesar del retraso.

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Y es que, como hemos comentado antes, los consejeros no dudaron en dar una patada hacia delante y exigieron tener cerradas y auditadas las cuentas de 2025 EME antes de solicitar una nueva valoración de la compañía y dar el visto bueno a su venta a Indra. Con esta maniobra han ganado alrededor de seis meses que podrían ser decisivos y les podrían librar de tener que aprobar la operación.

Aunque tampoco se opone a la venta de EME a Indra, para el consejero delegado de Indra, José Vicente de los Mozos, también fue un alivio la decisión de esperar hasta tener las cuentas de EME. Él también quiere evitar posibles problemas futuros con la justicia. Y, por supuesto, sueña con que el PP suba al poder y convertirse en el presidente de la compañía.