Christine Lagarde y Christian Sewing tienen visiones distintas de la política monetaria actual. El problema es que la que manda en ese campo es Lagarde
Comparecencia de la presidenta del BCE, este lunes, en el Parlamento Europeo. Christine Lagarde no quiere provocar un tsunami de deuda pública y ha optado por mantener los tipos de interés en mínimos históricos. Los gobiernos de la zona euro pueden respirar tranquilos mientras el sector financiero contempla el futuro con resignación… y algunos, como el Deutsche Bank, muy cabreados.
“Continuamos previendo que en el medio plazo la inflación siga por debajo de nuestro objetivo simétrico del 2%”, ha afirmado Christine Lagarde. Es decir, la inflación de la eurozona bajará, del 4,1% de octubre al 2% en 2022 y al 1,5% en 2023, según las estimaciones actuales del BCE. ¿El precio de la energía, clave en el repunte de la inflación? Según Lagarde, se moderará en primavera.
El consejero delegado del Deutsche Bank, Christian Sewing, ha cargado duramente contra el BCE porque cree que ha llegado la hora de endurecer la política monetaria. “Los bancos centrales asumen que se trata (la inflación) de un efecto temporal. Nuestros economistas no comparten esa opinión. Y personalmente soy escéptico sobre la estabilidad monetaria por lo que escucho en conversaciones con nuestros clientes”, ha asegurado este lunes durante un encuentro financiero en Fráncfort. El tiempo apremia y las consecuencias de la actual política monetaria “serán cada vez más difíciles de arreglar”, según Sewing.
En definitiva, con su política económica, Lagarde favorece a los políticos irresponsables, que continúan endeudando a los contribuyentes, y castiga a los bancos.