Otro de los casos diarios de violencia de los pobres vulnerables: en Pozuelo de Alcorcón, con Carlos, a quien apedreaban sus okupas, en San Sebastián, con desalojo por una pelea que dejó dos heridos, en Cataluña, con un edificio en riesgo de derrumbe por los destrozos causados por los okupas. O en Madrid con amenazas de muerte a la propietaria o con una pelea entre okupas que acabó provocando un incendio en un edificio que terminó derumbándose. Hasta que llegamos a la cota máxima apalizando a una embarazada, o a una madre y su hijo o a un concejal en pleno tapiado en el desalojo. 

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O hace unas semanas con los vecinos de Las Chumberas, un barrio del municipio de San Cristóbal de La Laguna, en Tenerife, que denunciaban ruidos, peleas y violencia. Todo un bulo, claro está, y es que el concejal socialista de Seguridad explicó que el problema eran los ruidos y la música, problemillas de convivencia. 

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Y esta semana hemos visto esa violencia en el madrileño barrio de Embajadores. María, la propietaria, cuenta su caso en TeleMadrid, su inquiokupa lleva siete meses sin pagar, lo que suponen más de 4.000 euros de deuda.

Lo peor de la situación es que María tiene a su okupa en la puerta de al lado, ha tenido que instalar una alarma y asegura vivir con miedo al verse a diario. La propietaria dice que se siente acosada, así que ha contratado una empresa de desokupación para acabar con esta situación. Es más, María afirma que, si la empresa de desokupación no consigue echar a la okupa, venderá la vivienda con la okupa dentro. 

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La reportera con la que habla María ha intentado contactar con su okupa, quien le ha abierto la puerta para lanzarle una olla con agua fría a la periodista, demostrando su vulnerabilidad y buena voluntad.