Es más que evidente el giro que ha dado la Administración Trump-Vance en las políticas de Estados Unidos, y el asunto trans es un claro ejemplo. Hace unos días les informamos que el Departamento de Justicia de Estados Unidos había citado a más de 20 médicos y clínicas que dan tratamiento transgénero a menores. 

Ya en el mismo discurso de toma de posesión, Trump dejó claro que no comulga con la ideología de género, cuando destacó que "solo hay dos géneros: masculino y femenino".

De hecho, Trump prohibió, mediante una orden ejecutiva, los tratamientos de transición de género y cirugías a menores de 19 años, criticando que actualmente muchos médicos "están mutilando y esterilizando a un número cada vez mayor de niños bajo la afirmación radical y falsa de que los adultos pueden cambiar el sexo a través de una serie de intervenciones médicas irreversibles".

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Sin ir más lejos, la semana pasada el Supremo daba la razón a Trump. En los pasaportes sólo hay dos sexos: hombre y mujer, ni opciones trans ni no binarios.

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Y es que un país puede cambiar, si los políticos cambian, pero los políticos cambian, si la ciudadanía así lo hace. Pero lo que no cambia, o no debería, es la doctrina de la Iglesia. Y ahí los obispos estadounidenses lo han hecho mejor que bien. La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) ha votado esta semana a favor de una nueva política que prohíbe a los hospitales católicos del país participar en tratamientos y cirugías de “transición de género”, tanto en adultos como en menores. 

Los hospitales católicos seguirán recibiendo a personas trans y el trato será respetuoso, conforme a la ética social de la Iglesia, aunque sin ofrecer intervenciones que contradigan los principios morales establecidos. Es decir, ni se proporcionarán medicamentos ni se llevarán a cabo cirugías. 

Esta claridad es la que se le pide a los obispos españoles, en concreto esta misma semana a Omella: aunque fuercen a un hospital católico a hacer abortos, debe negarse, y si se cierra el centro, que se cierre. Es lo que han hecho los americanos: en Estados Unidos ni un tratamiento trans, en Canadá ni una eutanasia en los hospicios.