Talgo aún no ha logrado salir del túnel, en plena injerencia política de los socialistas y los nacionalistas vascos. Recuerden que sigue en pérdidas, que se situaron en 65,7 millones de euros en el primer semestre, y encima, podría recibir más multas de Renfe al retrasarse en las entregas de nuevos trenes.

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El fabricante ferroviario supone otra nacionalización encubierta del Gobierno Sánchez. Eso sí, en esta ocasión, para regalárselo a sus amigos vascos del PNV. Recuerden que la SEPI -que depende del Ministerio de Hacienda-, con el dinero de todos los contribuyentes de nuestro país, entrará en Talgo aportando 75 millones de euros y se hará con el 7,8753%… mientras el consorcio vasco liderado por la siderúrgica vasca Sidenor (del que también forma parte el fondo público vasco Finkatuz, la Fundación Bancaria BBK y la Fundación Bancaria Vital) tendrá el 29,7682%.

Ahora Talgo no ha cumplido con la fecha de entrega de 13 nuevos trenes de alta velocidad de la serie S-107, como reconoció el propio ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, hace unos días: “Los 107 tendrían que haber llegado y seguimos sin fecha de entrega”. No hay que olvidar que ya se retrasó con los S-106 (los famosos Avril) y eso le acarreó una multa de Renfe por 116 millones que lastró los resultados de Talgo en 2024.

Unos retrasos que no sólo conllevan sanciones, sino que han provocado que el ministro Puente quisiera castigar a Talgo ante la necesidad de nuevos trenes, apostando por los de Siemens, Alstom, CAF y Stadler. Eso sí, por ahora, no le ha ido muy bien con la visita a la fábrica de Siemens en Alemania: “Tenía expectativas más altas sobre la compra de trenes con plazos más cortos, pero no sé si se verán cumplidas”. 

Y en el entretanto, persiste el problema de capacidad industrial... y no parece posible que lo resuelva una siderúrgica que está teniendo dificultades dentro de su propio sector por el impacto de los aranceles al acero impuestos por Donald Trump.