La AIReF es ese curioso organismo creado por Cristóbal Montoro para vigilarse a sí mismo... y quizás para que le proporcionara argumentos con los que vencer las resistencias de sus compañeros del Gabinete ante sus propuestas de control del gasto. Esa es la parte buena de la gestión de Montoro: la mala fue subir los impuestos. Don Cristóbal era tan estatista como la izquierda.

Ahora, la AIReF se nos ha vuelto más pesimista y anticipa la crisis que viene. No ha esperado a evaluar el tercer trimestre, sino que se ha centrado en el decrecimiento en un sólo mes, julio, para insinuar que la recesión no llegará en 2023 sino que puede empezar ya en el cuarto trimestre de 2022, máximo primer trimestre del próximo año, cuando ya se puedan acumular dos trimestres en crecimiento negativo y, por tanto, en recesión.

La ecología nos lleva a la ruina. El decreto sobre ahorro energético es malo en origen: no se trata de ahorrar energía sino de producir más energía. Ahora y en cualquier otra situación

¿Van a dar por ello un viraje a su política económica, Pedro Sánchez y Nadia Calviño? Por supuesto que no. Ambos, sobre todo el primero, son personas de corto plazo, que sólo piensan en el mañana, porque lo único que les interesa es mantenerse en sus cargos el mayor tiempo posible.

Es curioso, cuando, cuatro meses atrás, Hispanidad hablaba de crisis segura y recesión posible, y no por la pandemia o por Putin, sino por la pavorosa crisis de deuda, nos tildaban de alarmistas, mientras Calviño, en sus 'canutazos' con periodistas, aludía a esa oposición que lleva meses lanzando augurios que "luego nunca se cumplen". Cuatro meses después, el debate económico no consiste en saber si habrá o no recesión, sino cuándo llegará esa recesión.

Convendrá no olvidar que el pasado fin de semana -20 de agosto de 2022- terminó la "vigilancia reforzada" de Grecia, rescatada por Bruselas. Mientras, el funambulista Sánchez mira hacia otro lado. Además, no debemos olvidar que a lo mejor cuando la deuda pública arruine a España... ya no habrá rescates porque Europa no estará para recatar sino para ser rescatada.

Pero volvamos a la AIReF y saquemos a escena al Banco de España. En el caserón de Cibeles manda un tipo inteligente, Pablo Hernández de Cos, al que, como estudioso de fuste que es, aterroriza ser el centro de atención y, como los jueces, sólo habla por sus sentencias, es decir, por sus informes.

La directora de la precitada AIReF es doña Cristina Herrero. Una mujer formidable: dedica todo su tiempo a denunciar a su antecesor, José Luis Escrivá, ese liberal converso al socialismo desde que llegó a ministro de Marina, perdón, de Seguridad Social. Y esa tarea asumida por doña Cristina, denunciar la gran mentira oficial de que las cosas van bien, es algo que todo español debería valorar. A fin de cuentas, me sorprende lo bajo y poco que se habla en España sobre la situación económica, que no es mala, ni tan siquiera regular: es peor.

Los fondos europeos no se están utilizando para lo único que deberían utilizarse: para reindustrializar España, sino para repartir subvenciones

Por su parte, Hernández de Cos es un firme convencido de que la crisis que se nos viene encima es de órdago, y este rojo reconvertido en liberal apuesta, pero tímidamente, casi en voz baja, por una reducción del gasto público hasta niveles que escandalizarían a cualquier diputados, no ya de Podemos o del PSOE, sino del mismísimo Partido Popular, nuestra particular socialdemocracia de derechas.

En resumen, es cierto que cada día son más los responsables económicos que advierten de lo que se nos viene encima y que, a lo peor, no hay que esperar el comienzo de la recesión para 2023, sino al ya inminente cuarto trimestre de 2022, que comienza el sábado 1 de octubre, para hablar de recesión.

Digo esto porque las grandes ciudades españolas continúan vacías y la gente apura su vacaciones hasta el último día y supongo que hace bien. Es como si Juan Español hubiese decidido optar por el 'Carpe Diem', entendido a la manera cinematográfica del "comamos y bebamos que mañana moriremos". Total, ya sé que llega la crisis, que será crisis profunda, pues es crisis de endeudamiento, que destrozará la propiedad privada y que exigirá muchos más sacrificios para mantenerse en pie.

Y ojo: la pandemia y la guerra de Ucrania incentivan esta crisis pero no la han provocado. A lo que nos enfrentamos es a una pavorosa crisis de deuda pública, que destrozará la propiedad privada. Sobre todo, la pequeña propiedad privada. Y cuando se destruye la propiedad privada llega la tiranía.

Insisto: toda la política económica de Pedro Sánchez -cuatro larguísimos años lleva ya en Moncloa- ha consistido en subvencionar el voto cautivo -ya veremos si es tan cautivo- y aumentar el número de paniaguados -es decir, de vagos y sí, de inmigrantes vagos, que también los hay-, a costa de emitir deuda pública. ¿Con qué se han pagado todas la limosnas públicas del Sanchismo, de las que tan orgullosos se sienten socialistas y podemitas porque con ellas "no han dejado a nadie atrás"? Pues con deuda publica, naturalmente. Ahora que suben los tipos de interés -y tenían que hacerlo porque el dinero no puede no valer nada o se devalúa toda la economía- la deuda pública española es inabordable.

El español de bien no quiere limosnas públicas: quiere que el Gobierno no le ponga barreras para ganarse la vida honradamente

Esto es: lo que viene es una crisis de deuda, provocada por una exceso de apalancamiento del Estado, endeudamiento que oprime a empresas y familias. La diferencia entre España y otros países es que nosotros tenemos más deuda pública -lo mismito que les pasó en 2008 a griegos o a portugueses- tras una etapa de políticos irresponsables que repartían dádivas con cargo al conjunto de los ciudadanos, con cargo, en suma, "al bono español". Porque el bono hay que pagarlo.

Aquellos polvos trajeron estos lodos. Por ejemplo, el decreto sobre ahorro energético -ómnibus donde, a pesar de su nombre, Moncloa ha metido hasta los bonos de transporte, otra limosna- es malo en origen, porque no se trata de ahorrar energía sino de producir más energía. Sí, la ecología provoca nuestra ruina. Ahora y en cualquier otra situación.

Y lo de Europa es otra cosa: los fondos europeos no se están utilizando para lo único que deberían utilizarse: para reindustrializar España.

Pero insisto: estamos ante una recesión provocada por nuestro exceso de deuda pública, que, por si lo habíamos olvidado, pagamos, a escote, entre todos los españoles. Y Sánchez, esa termita insensata, en lugar de reducir el gasto público, paso obligado para reducir la deuda pública, lo aumenta. No lo duden el presidente del Gobierno es todo un progresista que nos lleva directos a la ruina.

Y por cierto, el español de bien, no pide limosnas a sus mandatarios: pide que le dejen ganarse el pan con el sudor de su frente y que el Gobierno le interponga el menor número de trabas para ello. No quiere limosnas, quiere trabajo; no quiere subvenciones públicas, quiere ganarse el pan con el sudor de su frente. No quiere que le den ayudas sino que le quiten barreras. Este es el sentido último de la recesión que viene, de la crisis que ya está aquí.