La Blasfemia contra el Espíritu Santo es el signo de nuestro tiempo, la nota característica del Siglo XXI. Pero cada vez que lo escribo surge alguien que confunde modernidad y postmodernidad.
A ver, modernidad: nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira. Postmodernidad: sí, la verdad existe, sólo que la hemos trocado por la mentira. Del mismo modo, lo bueno es ahora lo malo y el feísmo se ha convertido en la escuela estética de nuestro tiempo.
Ahora bien, en palabras quizás más inteligibles la evolución de la humanidad camina desde el ateísmo al antiteísmo. Eso es también Blasfemia contra el Espíritu Santo. Hemos pasado del 'odium fidei' al 'odium Dei'. Y es es la mejor señal, la más preocupante de que el tiempo se acaba.