Sant Martí de Tous, pueblo en la comarca del Anoia, Barcelona, un caso de okupación ha causado revuelo entre los vecinos. Montserrat Riera, una anciana de 78 años, es la triste protagonista del suceso.
Al volver de vacaciones en la Costa Brava se encontró su vivienda unifamiliar de dos plantas okupada. La cerradura estaba cambiada y cinco desconocidos vivían como si nada en su casa: “Fue como una puñalada. Esta es mi casa, donde viví con mi esposo, donde crie a mis hijos. No podía quedarme de brazos cruzados” cuenta Montserrat a los medios locales
La situación se complica por dos vías. Primero, la vivienda está a nombre de su hijo Jordi, quien posee otra vivienda, según la legislación, la okupación de una vivienda que no es la residencia habitual del propietario se considera usurpación, delito menor, lo que impide un desalojo inmediato. “Es una injusticia. Mi madre vive allí, es su hogar, pero por estar a mi nombre, nos dicen que puede tomar meses recuperarla”.
Segunda complicación, Montserrat intentó dialogar con los okupas y no funcionó, por lo que se tomó la justicia por su mano y lanzó un nido de avispas por una ventana de la casa, desatando el caos entre los okupas, que amenazan con denunciarla.
“No quería hacerles daño, pero es mi casa. Que se vayan. Si no, lo haré de nuevo, con avispas, abejas o cualquier insecto que encuentre”, advierte Montserrat.
“No estamos aquí para causar problemas, solo necesitamos un lugar donde vivir", asegura Carlos, uno de los okupas, olvidando que Montserrat necesita exactamente lo mismo, y que la casa es suya, no de ellos. "Pero lo que hizo esa señora es peligroso, y vamos a denunciarla”... así de vulnerables son.
¿Recuerdan al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que aseguró que: “No es que alguien baje a por el pan y al volver encuentre su casa ocupada”?. Es cierto, se fue de vacaciones, no apor el pan.