El numerito de Pedro Sánchez en la Asamblea general de Naciones Unidas, ha sido de los que hacen época. Con el otro amante de los numeritos, el rencoroso brasileño Lula da Silva, se ha montado una Asamblea paralela a la que no han invitado al prediente Donal Trump.

Y es que es el Rey quien esta vez encabeza la representación española en la Asamblea General de la ONU y a don Pedro eso de ser el segundón no lo puede asumir. 

Todo ello para contrarrestar que los líderes europeos pasan de Sánchez. Son tan progres como él pero no tan engreídos como él, y están hartos de tener que pagar sus propios errores y de que luego les dejen tirados.

Pero volvamos a Naciones Unidas porque lo que está pasando allí es, de lejos, algo mucho más relevante: un reflejo de que la derecha, y hablo tanto de Vox como del PP, se están distanciando del monarca, Felipe VI. No solo es Vox, sino también Feijóo, se está cansando de que el Monarca repita como un loro lo que no es sino propaganda monclovita. Una cosa es que el Jefe del Estado no pueda contradecir, por ejemplo, la política exterior del Ejecutivo, y otra que hable de fangos y bulos, pura propaganda monclovita, o que asuma las tontunas presidenciales sobre el cambio climático. Aún más peligroso resultan los silencios, como el de los pactos y arrullos a todos los enemigos de España, sin que Zarzuela abra la boca o haga un sólo gesto.

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Es cierto que Juan Carlos enseñó a su hijo que la pervivencia de la Dinastía española dependía de que la izquierda no le montara una revolución. Ahora bien, se lo tomó tan en serio que se dedica a despreciar a la derecha, como si no tuviera otra opción que aplaudir mientras le dan bofetadas.

Tenga cuidado su Majestad, no vaya a ser que la derecha deje de apoyarle por norma mientras Pedro Sánchez continúa soñando con la III República.

En cualquier caso, mucho peor que el coqueteo zarzuelesco con la izquierda es que los Borbones hayan abandonado, no a la derecha política, sino a Cristo, que es lo importante. Sólo a Vox, y sin que tampoco se perciba mucho entusiasmo, le importa que en España, como en toda Europa, se abandone a Cristo.  

Eso es otra historia sí, pero resulta que es lo más importante.