Hasta ahora, solo el Papa había intentado unas negociaciones de paz para Ucrania. Recuerden: Francisco se atrevió a proponer un diálogo entre Ucrania y Rusia, si querían con el Vaticano cono intermediario y, de inmediato, el presidente Volodímir Zelenski, no Vladimir Putin, arremetió contra él: eso era rendirse ante Rusia y lo que había que hacer era ganar la guerra. Él era el invadido -eso es verdad- y con el apoyo armamentístico y financiero de Occidente podía vencer a Moscú. Zelenski solo quería de Occidente armas para pelear contra Rusia, no negociaciones de paz.

Y Biden le entregó esas armas. A lo mejor tenía razón, como país agredido por Putin, que, de esta forma, por no darle una oportunidad a la paz, no sólo persistía la guerra donde morían sus compatriotas, sino que persistía, al mismo tiempo, en el venenoso modelo instaurado en el conflicto entre Moscú y Kiev: Occidente pone las armas y Ucrania pone los muertos.

Pues bien, en la tarde del miércoles 12, hora española, conocíamos que Donald Trump acordaba con Vladimir Putin el comienzo de negociaciones para la paz en Ucrania, bajo la mediación de Estados Unidos. Con su claridad de siempre, con la misma claridad con la que obliga a Hamas a liberar a los rehenes israelíes antes del sábado o desatará "el infierno" en la Franja.

A Trump no deben perderle sus deseos de venganza contra un Zelensky que siempre apoyó a Joe Biden, ni las ganancias para Estados Unidos: lo que debe preocuparle es ensanchar los límites de la civilización cristiano-occidental hasta Vladivostok

Volvamos a Ucrania. Lo De Trump es una buena noticia porque llevamos ya muchos años de guerra y la industria armaemntista está reponiendo su material y rellenando su almacenes... y porque esta es una guerra donde también se bombardea a la población civil.

Quizás sobra, en la propuesta de Trump, el aprovechamiento mineral que pretende Washington de Ucrania, a cambios de sus gestiones de paz, gestiones por la que no convendría 'cobrar'. Ahora bien, lo importante es que esto no sólo es una oportunidad para la paz en Ucrania sino una oportunidad para atraerse a Putin al Occidente del que nunca debió salir. Putin es un cristiano, me temo que no un santo, precisamente, porque es bastante bestia, pero sí un cristiano, por tanto occidental, al que, cuando Occidente le ha despreciado, se ha vuelto hacia China e India y ha dejado de ser una baluarte contra el fanatismo musulmán. Es decir, se ha aliado con los tres enemigos de Occidente. Pero su orígen es cristiano, esto es, occidental.

Como siempre, don Donald no ha cuidado mucho las formas: primero debería haber convencido a sus aliados europeos de negociar la paz, pero Washington se ha hartado de la insufrible levedad de una Europa decadente, que no toma decisiones, ni buenas ni malas, simplemente no toma decisión alguna

Otrosí: a Trump no deben perderle sus deseos de venganza contra un Zelensky que siempre apoyó a Joe Biden, ni las ganancias de minerales básicos para Estados Unidos: lo que debe preocuparle es ensanchar los límites de la civilización cristiano-occidental hasta Vladivostok.

Eso sí, como siempre, don Donald no ha cuidado mucho las formas: primero debería haber convencido a sus aliados europeos de negociar la paz, pero es que Washington se ha hartado de la insufrible levedad de una Europa decadente, que no toma decisiones buenas o malas, simplemente no toma decisión alguna. El número de reuniones, al que tan aficionados son en la Unión Europea, es inversamente proporcional a la toma de decisiones y a la eficacia de las mismas. De la misma forma que el número de funcionarios de un ministerio, asegura la Ley de Parkinson, es inversamente proporcional a su cometido.