Comentábamos esta misma semana que la ministra de Sanidad, madre, médico y pistolera, Mónica García, estaba muy preocupada: ¿listas de espera? ¿falta de médicos? ¿funcionamiento de la sanidad pública? No, el gran problema para Moni es otro: no hay médicos que quieran practicar abortos.
Bueno, en realidad si los hay, los aborteros de las clínicas privadas que responden sólo al dinero. Pero eso no es progresista, se lleva haciendo muchos años, la mujer aborta en estos abortorios y luego la sanidad pública corre con el gasto. Pero por obra de Irene Montero los asesinatos de los no nacidos deben realizarse en plaza pública.
Pero claro, el escollo es obvio, ningún médico estudió medicina para matar, sino para salvar vidas, no estudian tantos años para dedicarse a sacar bebés del vientre de una mujer. Eso causa indignación entre el progresismo, el médico tiene que matar al bebé y a su conciencia, obligatoriamente. Pero claro, ¿Acaso en medicina existe la especialidad de médico abortista?
Pues en estas anda Moni, y para su desgracia el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa), organismo dependiente del Ministerio de Sanidad, ha tenido que admitir que debe derivar a las mujeres que desean abortar en Melilla porque el 100% de los médicos de la sanidad pública en la ciudad autónoma son objetores de conciencia, ¡cómo se atreven!
Pero que no cunda el pánico: la directora general de Ingesa, Isabel Muñoz, ha prometido que se está abortando, que se está "garantizado y ejecutando" el derecho a abortar, porque aunque las mujeres estén siendo derivadas a la privada, la sanidad pública corre con el coste. Así se puede seguir con la masacre.