Inicio del curso político, con Pedro Sánchez escenificando, por todo lo alto, con presencia de casi de todo su gobierno, un pacto de Estado contra el cambio climático que pocos quieren firmar, ya que la oposición considera que este es un nuevo paripé de Sánchez para mantener la iniciativa política perdida. 

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No sería de extrañar, pues las encuestas siguen dándole malos resultados, premiando al PP y a Vox. Pero no pasará nada si logramos demostrar que ambos partidos son negacionistas.

No pasa nada: sus ministros le apoyaron, allí, mañana del lunes, entre ellos, la vicepresidenta de la Transición Ecológica, doña Sara Aagesen, para demostrar que el cambio climático mata y el negacionismo -sea lo que sea que es- puede elevarse en cualquier momento a delito de odio (hasta cuatro años de cárcel).

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La verdad es que nadie niega el cambio climático, lo que niegan es que pueda combatirse con un pacto de Estado. Existimos: eso es como pretender cambiar la órbita de la tierra alrededor del sol con una orden ministerial

Además, el discurso de Sánchez ante un público amigo ha venido precedido por su norma habitual, que responde al viejo chiste del hombre que entra en una librería y pregunta el dependiente: ¡Oye caraculo, ¿tienes el libro de cómo hacer amigos?! 

Y así, Sánchez empleó buena parte de su alocución en acusar a las comunidades autónomas que han sufrido más incendios por no tener medidas de prevención suficientes. Naturalmente las comunidades autónomas más incendiadas han sido Galicia, Castilla y León y Extremadura, tres regiones controladas por el Partido Popular. 

En teoría, ese es el principal partido con el que Sánchez debería firmar un pacto climático. No es de extrañar que no lo consiga, pero eso no es igual: son negacionistas.