La propuesta del PSOE de castigar con penas de cárcel a quien se le ocurra aconsejar a una mujer que no aborte y ofrecerse para ayudarla a no abortar, tal como ha propuesto -y ejecutará, pues tiene la mayoría- el PSOE el martes 21, en el Congreso de los diputados, es algo que recuerda aquellas palabras de Benedicto XVI, pronunciadas en Fátima, en 2010: “el hombre ha desencadenado un ciclo de muerte y de terror y no logra interrumpirlo”.

El ciclo de muerte y terror consiste en la legalización y promoción del aborto pero cuando, encima, pasamos a considerar delito el hecho de que, con libertad plena, intentemos convencer a la mujer de que no comete una barbaridad que acabará con la vida del hijo que lleva en sus entrañas, al tiempo que condicionará la suya… entonces es que estamos en una sociedad enferma.

Pues bien, este fue el motivo de la bronca del martes en el hemiciclo. Les explico, en pocas palabras, el divertido suceso del Congreso. La diputada socialista jienense, Laura Berja, estaba en la tribuna de oradores defendiendo que a los provida que hacen rescates se les debe meter en la cárcel -sí, en prisión- por entre tres meses y un año. Ya no es que te silencien por ninguneo, es que, como te atrevas a defender la vida, acabas en el calabozo.

Es entonces cuando el diputado de Vox, José María Sánchez García, no se aguanta más y le dice “no mientas, bruja”. Y ahí empezó el numerito. Doña Laura -¿Por qué estos progres tiene tanta obsesión con la oración?- le respondió que “ustedes mucho rezar pero luego mucho insultar y poco respetar”. La verdad es que es propio de las brujas obsesionarse con el rezo, quiero, decir, contra la oración y la plegaria.

El presidente en funciones, el más que sectario diputado socialista, Alfonso Rodríguez, corrió en auxilio de la bruja agredida y exigió a Sánchez que retirara sus palabras o le expulsaba de la sala. La verdad es que el presidente en funciones puede pedirle que retire sus palabras pero no expulsarle de la sala, porque no ha roto el orden del debate. Sánchez le responde que retirará lo de bruja pero no lo de mentirosa. Vox, el grupo más insultado de la cámara, se niega a que salga y la sesión se interrumpe durante 10 minutos.

Lo importante de ayer no es que José María Sánchez García, catedrático de derecho eclesiástico y abogado mercantilista, fuera expulsado, lo importante es lo que se discutía en el pleno: el PSOE y sus aliados progresistas de izquierdas imponen que se criminalice y castigue con penas de cárcel a los provida. Es decir, que se castigue a quienes, con todos sus fallos, forman uno de los colectivos egregios que lleva desde los años ochenta del pasado siglo luchando por los más indefensos e inocentes del mundo moderno.

El resto es ruido, artificio… y mucha hipocresía. Ejemplo de hipocresía progre: que una periodista acose a Macarena Olona para dejar claro que los pérfidos ultras de Vox son el demonio, aferrándose a la enormísima gravedad de llamar bruja a una diputada… adjetivo con la que ella misma habrá catalogado a cualquier mujer que no le sea simpática.

Y esta impostura revela lo bajo que hemos caído los medios españoles, con unos periodistas que temblamos si tenemos que oponernos a lo políticamente correcto, que tenemos pavor a salirnos del rebaño.

Los progres son muy falsos, y el papelón progre que estamos haciendo los medios informativos en el siglo XXI, resulta tan artificial como anticuado. Sí, anticuado, porque ahora la batalla no es el relativismo sino la inversión de valores: lo bueno es lo malo y lo malo es lo bueno. Ergo, el aborto es un derecho y defender la vida un delito.

Acoso a la mujer que aborta. Sí, han entendido bien: como resulta que el aborto es un derecho, todo aquel que ose hablar en contra del asesinato legal del más inocente y más indefenso de los seres humanos, el concebido y no nacido, será acusado de acoso y condenado a penas de cárcel. Sí, de cárcel.

A todo esto, ¿qué es un rescate? Pues son grupos, o personas, suele ser una pareja, por lo general miembros de algún colectivo provida, que se sientan delante de una clínica abortista para hablar -si quieren, que nadie les obliga- con mujeres que van a entrar en el abortorio. Le dicen que se lo piense un minuto, que ellos pueden ayudarle a que tenga el niño y que no cometa una barbaridad de la que a lo mejor se arrepiente el resto de su vida. Insisto: si la mujer no quiere escuchar a los rescatadores, pasa de ellos y en paz. Sin ningún problema. ¿Dónde está el acoso?

Mi experiencia en estos menesteres me dice que si la mujer acude sola es posible que escuche: hasta la más torpe tiene una idea de en qué consiste aquello que va a hacer. Si va acompañada de su pareja masculina, que más que acompañarla sólo busca asegurarse de que ella se ha librado del ‘paquete’, a lo mejor no se para a escuchar.

Pues bien esto es lo que Pedro Sánchez pretenden castigar con hasta penas de cárcel. Los socialistas hablan de “acoso” a la mujer en su derecho al aborto. ¿Hablar es acosar?

La desvergüenza de la progresía con el crimen del aborto alcanza así su cuota máxima: si te atreves a discrepar de la barbaridad de que el aborto es un derecho, no sólo te ninguneo: te llevo a prisión. Son las tres etapas de la perversidad contra el indefenso, en el crimen más cobarde de todos, o sea, el aborto: primero se pide aborto libre, luego aborto gratuito, finalmente te fuerzo a un aborto obligatorio, previa censura a los provida, que, ya lo dice la Biblia: el bueno da grima. Y también (Isias 5, 20): “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”. Laura Berja no es un bruja pero ha hecho justo esto que denuncia el profeta Isaías.

Es lo que Cristo llamó la blasfemia contra el Espíritu Santo, el pecado que no se perdonará nunca.

Pero quede claro que doña Laura Berja, responsable de Igualdad en el Grupo Parlamentario socialista, no es una bruja.