Es sorprendente porque, hasta ahora, todo el ruido que se ha oído en, por ejemplo, Europa, consistía en sacarle punta a los fracasos parciales de Donald Trump en la guerra de Gaza (perdón, genocidio). Y ahora resulta que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde figuran Rusia y China, mismamente, aprueba el denostado, atrabiliario, imposible... plan de paz del presidente norteamericano para la franja, el único plan de paz existente. Esa aprobación, implica, además, un despliegue de tropas internacionales en Gaza.

Ojo, al mismo tiempo, Israel, que sigue luchando por su supervivencia, rodeada de enemigos musulmanes, no cede y acaba de matar a un comandante de Hamás, al tiempo que continúa exigiendo la devolución de todos los restos de los rehenes asesinos por Hamás. y en todo ello hace muy requetebién, eso sí, y con todo el riesgo que supone que Hamás vuelva a apoderarse de ella, Israel debe permitir que entre la ayuda humanitaria a la población gazarí, sobre todo a los niños y las mujeres, quienes, si bien han resultado condescendientes, sobre todo las mujeres, con Hamás, no pueden considerar culpables de la aberraciones perpetradas por sus padres.

En el entretanto, la población palestina sufre la penuria y los israelíes no están dispuestos a que la ayuda humanitaria proporcione fuerza y réditos a los terroristas de Hamás.

El camino, pues, no es fácil, pero Trump sigue siendo el único estadista mundial que busca la paz en distintos lugares del mundo, mientras sus aliados, el delicuescente Occidente cristiano, continúa con su lucrativa solidaridad.

Un detalle: mientras Trump, decepcionado con Vladimir Putin, quien le ha engañado, insiste en una paz para Ucrania, Emmanuel Macron, hace negocio con el 'ayudado' Zelenski, vendiéndole cazabombardeos. 

Es decir, el progresista Macron se dedica al bazar de las armas y el matón Trump intenta que callen las armas. No hay nada más alejado de la realidad que el tópico.

Y ojo, porque el plan de Trump para Gaza, conlleva el desarme de Hamas y admite la creación de una Estado palestino -que Netanyahu rechaza-, pero no en la Franja sino, en tal caso, en Cisjordania.

Además, falta la cuestión siempre olvidada: Jerusalén, la ciudad de las tres religiones monoteístas, concepto respetable, pero a distancia sideral de otra realidad mucho más respetable y sostenible: Jerusalén fue la ciudad donde la raza humana fue redimida por Cristo. Por tanto, todo plan de paz, debe considerar la existencia de dos Estados, que, desde 1948 han roto, no los judíos, sino los palestinos junto al tercer escalón. Jerusalén una ciudad abierta a los fieles de esas tres religiones. 

En todo caso, Estados Unidos debe continuar con su 'injerencia humanitaria', esa realidad espléndida, elaborada por San Juan Pablo II cuando la guerra de Bosnia, que no sólo no prohíbe la intervención en otros países sino que la alienta, cuando se trata de luchar contra la injusticia. Injerencia humanitaria que puso fin al comodón criterio de la no intervención en asuntos externos.

Sí, Trump debe continuar con su formidable injerencia humanitaria en Ucrania, y ampliarla a Sudán y Nigeria, así como a una Hispanidad (México, Venezuela y Colombia) donde el Gobierno Sánchez se ha unido con las fuerzas del mal, con el reverso tenebroso, con los orcos de Mordor, y ahora, violentando su espléndida historia en América, apoya al totalitarismo bolivarianismo homicida y al indigenismo diabólico mexicano más cutre, el de Claudia Sheinbaum, que pretenden destruir la civilización cristiana que la España católica expandió por el nuevo mundo.

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El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha apoyado el plan de paz de Donald Trump para Gaza. 

Lo que demuestra que hasta la ONU de 2025 puede servir para algo. Algo tan sorprendente como asombroso, ciertamente.