Nueva prórroga, o así, a la prórroga para llegar a un acuerdo entre Europa y Estados Unidos sobre aranceles. Insisto en que los aranceles, en sí mismos, no son malos. Lo malo es cómo se está llevando la guerra arancelaria. 

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Para entendernos, lo que tenía sentido era el principio trumpista de aislar a China, la potencia más colonialista y más agresiva, la gran tiranía del mundo actual, con aranceles fuertes. 

Me ha encantado un titular de El Economista: "Europa se convierte en el trastero de China con los bienes que no quiere Estados Unidos". Esta es la cuestión.

En efecto, contra el gigantesco 'dumping' chino, una potencia nuclear especialmente peligrosa, que lleva tres cuartas de siglo explotando a su propia población, sí que habría que imponer aranceles a todo producto chino. Crear una zona de libre comercio entre Europa y América... frente a China.

Pero las cosas no parecen ir por ahí.