La definición castiza de 'gilipollas' va mucho más allá de la mera calificación de hombre sin muchas luces. Un gilipollas no es un tonto sino un tonto que se cree listo. Cuanto más tonto es y más listo se cree... más gilipollas es. 

Por eso, el diccionario no habla de tonto, sino de necio, estúpido.

Ahora, escuchen la intervención, en sede parlamentaria, del portavoz de ERC en el Parlamento, Gabriel Rufián. Tranquilos poco más de un minuto: puedes sobrellevarse con elegancia. Nuestro intelectual trata de ridiculizar a los defensores de la vida humana (en el parlamento hay pocos), los defensores de la sacralidad del ser humano desde que comienza la vida, con la concepción, hasta la muerte natural. 

Su profundo silogismo estriba en contraponer los niños muertos en Gaza por los soldados israelíes, con un "cigoto de 15 días", es decir, con los niños abortados. En otras palabras, cómo se puede comparar la muerte provocada de niños en Gaza con la muerte provocada por aborto en España, un derecho de la madre, como todo el mundo sabe, defendido con denuedo por Rufián y por todos los miembros de la Cámara salvo Vox, que son ultras.

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Nuestro ilustrado diputado nos dice que los niños palestinos sí tiene vida, y esto andan cargado de razón, mientras que un cigoto de 15 días no la tiene.

Bueno, verás, Gabrielillo, no hay cigotos de 15 días, porque el cigoto es la célula en el momento de la concepción y 'dura' 24 horas. Desde el día 2 al 14 ya es un embrión.

Pero verás, Gabrielillo, resulta que, además, en el cigoto, en esa célula, no sólo hay vida sino que ya lleva inserta toda la información genética del embrión (23 cromosomas del padre y 23 de la madre), del embrión, del feto, del niño y hasta del adulto. 

En su cigoto, don Gabriel, según la ciencia, ya estaba inserta toda la identidad genética-científica, de papá Rufián y mamá señora de Rufián... todito el Rufián que tanto nos ilustra desde la tribuna de los oradores del Congreso de los Diputados.

Y antes de que los fascistas se lancen, inmisericordes, contra el bueno de Don Gabriel, debo salir en su defensa. Yo comprendo perfectamente, el origen del espléndido razonamiento de nuestro intelectual de ERC. Tras sesudas reflexiones don Gabriel ha llegado a la conclusión de que cómo una sola célula -como es el cigoto, o un conjunto de unas células- puede ser un embrión: que quiere que les diga, se parece poco a la gente que él contempla por la calle, así que no pueden ser personas. Es el mismo argumento que le lleva a concluir que Mohamed Alí es mucho más persona que Teresa de Calcuta, porque es más grande, de la misma forma que el Gabriel Rufián de hoy, y eso que ha adelgazado, es de mayor tamaño que el cigoto que fue. Es cuestión de dimensión. 

Y aún así, en sorprendente paradoja, Rufián se pregunta cómo es posible que alguien crea que la vida empieza en la fecundación. Está claro que los defensores de la vida no son sólo ignorantes, sino mala gente, sin rectitud de intención. De otra forma, no defenderían la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural. Vamos, que son mala gente... además de ignorantes, por supuesto.

Gilipollas: tonto que se cree listo.... y un pelín agresivo, añado yo.

Pero hay algo todavía más preocupante que la ignorancia gabrielina y es el hecho de que ningún diputado salió a rellenar las lagunas rufiánicas acerca del inicio de la vida humana.