La jornada política del miércoles 27 de octubre resultó de lo más divertida en Madrid. Otra vez se divisó al ejército de Pancho Sánchez en acción. El metalenguaje de la portavoz Isabel Rodríguez, intentado mezclar el blanco y el negro acabó en gris, que es donde suele acabar la mentira. Más bien terminó en contradicción flagrante aunque muy divertida para el público asistente, por ejemplo, para los periodistas.

Tanto las propuestas de Sánchez como las de Yolanda Díaz no hacen otra cosa que alimentar vagos, crear burocracia sindical y alejarnos del objetivo: el pleno empleo

Mientras los organismos económicos negaban la propaganda de Pancho-Villa-Pérez-Castejón, y hablaban de una recuperación económica macilenta, dando a Sánchez por embustero, la pelea de gallos -no diré entre gallinas para no incurrir en machismo punible con penas de cárcel- entre dos egos enormes, el de la vicepresidente Calviño y la vicepresidente Díaz, entre PSOE y Podemos, introdujo de lleno a Sánchez en un terreno que ya ha pisado en otras ocasiones: el resbaladizo horizonte del ridículo. Tras horas de tiras y aflojas, de injurioso matoneo entre las dos gallegas, la eurócrata y la podemita, contemplar a doña Nadia Calviño hablar de un brillante acuerdo sobre la “metodología” de debate… entre dos partidos coligados, no provoca sonrisas maliciosas sino estruendosas carcajadas. Pero allí nos tienen a los periodistas, jugando el muy honorable papel de notarios de la actualidad mientras la comisaria Rodrígruez imponía el dogma oficial contra cualquier desviacionismo, seguramente ‘fake news’ de carácter ultra y antidemocrático. La risión.

La reforma laboral de Fátima Báñez no se pasó: se quedó corta. El pleno empleo es una mesa con tres patas: despido libre, impuestos bajos y salarios dignos

Dos más dos no son cinco ni seis, sino cuatro, lo diga Agamenón o su porquero. Porque lo que está ocurriendo demuestra la vieja frase que en su día me comentó José Prat, el que fuera último presidente del PSOE histórico en el exilio, durante la primera  transición democrática: Siempre que un ignorante dice que dos más dos son seis y un sensato le corrige asegurando que dos más dos son cuatro, surge un tercero que, en nombre de la tolerancia, la moderación y el diálogo, acaba concluyendo que dos más dos son cinco”. Pues eso.

El actual debate sobre la reforma laboral es un combate amañado entre socialistas del paro permanente y comunistas de la subvención perpetua. Tanto las propuestas de Sánchez como las de Yolanda Díaz no hacen otra cosa que alimentar vagos, crear burocracia sindical y alejarnos del objetivo: el pleno empleo. Es el debate entre dos errores que buscan un termino medio… que acabará en un tercer patinazo.

PSOE y Podemos mienten cuando dicen luchar contra la precariedad laboral… porque ésta es fruto de la rigidez que ellos propugnan

Para entendernos, la reforma laboral de Fátima Báñez no se pasó: se quedó corta. No llegó a lo que todo el mundo tiene muy claro cuando no se cruzan por medio sus intereses personales, como ocurre con Unai Sordo y Pepe Álvarez, cuyo primer objetivo es mantener en pie la carísima estructura de los sindicatos de clase, con ellos en ambas secretarías generales.

Concretando, el pleno empleo es una mesa con tres patas: despido libre, impuestos bajos y salarios dignos.

Despido libre, porque el empresario no es un sádico que disfruta ensañándose con el trabajador: es un señor que contrata cuando vende y despide cuando no vende, es decir, cuando no ingresa. Eso se traduce en una reforma laboral que imponga un sólo contrato, indefinido, pero suprimible cuando las cosas van mal con una indemnización pactada de antemano y fijada por ley.

Impuestos bajos, porque quien debe perder en una reforma laboral no es ni el trabajador ni el empresario: el que debe perder es el Estado. Hay que suprimir las cuotas sociales y cambiarlas por IVA. Hay que reducir o anular los impuestos laborales.

Tres: salarios dignos, ahí es donde debe intervenir el Estado. Por eso, en Hispanidad hemos apoyado siempre la subida del salario mínimo… ¡pero unido a la eliminación de las cuotas sociales de ese salario mínimo! Lo que el empresario paga ahora a la Seguridad Social, que se lo pague le trabajador y que las pensiones se financien con IVA.

PSOE y Podemos, tanto Calviño como Yolanda, mienten cuando aseguran que su objetivo es luchar contra la precariedad laboral… porque ésta es fruto de la rigidez laboral que ellas mismas propugnan.

Hablando de ideas y no de egos…