Decíamos ayer, que el gesto de Bernardo Villazán, dimitiendo de la Comisión del Consejo de Indra que debe dictaminar si existe conflicto de interés en la compra de EME, propiedad de los Escribano, por Indra no era más que una trampa: una forma de que la Comisión de presuntos vocales independientes apruebe la operación por la que los hermanos Escribano, Ángel y Javier, propietarios de EME y presidente y consejero de Indra, respectivamente, se van a forrar.

En pocas palabras, Belén Amatriain se ha quedado en minoría.

Pues bien, fuentes del Consejo de Indra insisten en que la operación sigue adelante y que ya sólo una condena de los tribunales (que no llegará sino en años) puede detenerlo o, más bien, dar marcha atrás.

La pregunta sigue siendo la misma: ¿cómo Indra puede comprar EME por entre 1.000 y 1.500 millones de euros... cuando EME es una empresa que facturaba, ojo, no ganaba, menos de 100 millones de euros y sólo en 2024, gracias a sus contratos con Indra, llegó a facturar 300?

Incluso aunque cojamos esta última cifra, el múltiplo de una compra se suele hacer por el resultado de explotación, no por la facturación, que obviamente es mayor. En resumen, EME no vale ni 1.500 millones de euros ni 1.000.

Sí pero es que posee el 14,5% de Indra, cuya acción no deja de revalorizarse. Cierto, pero de esa valoración creciente de su participación en Indra habría que restar la deuda asumida por los Escribano para comprar esa participación y, en cualquier caso... ¡que estamos hablando de las acciones de tu principal cliente, sin el cual seguirás siendo uan empresa mediana!

Y también resulta cachondeable que bancos y agentes financieros tan conspicuos como AZ Capital, Morgan Stanley o Goldman Sachs concluyan que EME vale ente 1.000 y 1.500 millones de euros -¡Menuda amplitud de abanico!-... precisamente lo que pedían los Escribano.

Es una operación abyecta por lo que ya hemos repetido en Hispanidad: si eres presidente de una empresa de la que sólo posees un 14,5% no puedes utilizar el balance de toda Indra, del 100 por 100 de la empresa, para comprar tu propia compañía. Y encima, con una valoración tan desproporcionada, sólo porque, dada la situación de rearme en toda Europa, Indra esté llamada a convertirse en una de las grandes empresas del IBEX-35, pero está comprando, muy barato, expectativas, no realidades. Y ojo, que Indra aún debe demostrar su capacidad para desarrollar los ambiciosos -y novedosos- programas de defensa del Gobierno: una operación abyecta en un sector clave de la economía española, que podría resumir así: EME no vale 1.000 millones de euros (no digamos 1.500)... 'ni jarto  vino'.

Y lo más asombroso es que la SEPI, es decir, el Gobierno Sánchez, no diga nada de este disparate interesado. Como no lo dicen, dicho sea de paso, la mayoría de los medios de comunicación social. ¿Y acaso hemos olvidado que los Escribano no son el primer accionista de Indra sino el segundo? El primero es la propia SEPI, con más del 25% del capital.

Pero aquí entre en danza otro personaje que se ha convertido en la punta de lanza del intervencionismo sanchista en el IBEX: el asesor económico principal de Pedro Sánchez y jefe de la Oficina económica, Manuel de la Rocha Vázquez, un personaje a quien los Escribano conocen muy bien.

De la Rocha fue el mismo que, en el acto económico más bananero en siete años de Sanchismo, llamó a su despacho de Moncloa a José María Álvarez-Pallete para cesarle como presidente de Telefónica... que tiene bemoles la copla.

¿De verdad la SEPI no tiene nada que decir?

¿De verdad no tiene Manuel de la Rocha nada que explicar?