Ojo, porque estamos hablando de facturación, no de beneficio, lo que hace todavía más inverosímil la revalorización repentina de EM&E, la empresa de los hermanos Escribano, Ángel y Javier, presidente de INDRA y presidente de EM&E, respectivamente.
Pero es que, mirando la evolución de los ingresos -otra vez ingresos, no beneficio- durante los últimos 6 años y la previsión para este 2025, las dudas no sólo no se disipan, sino que aumentan.
Veamos: en 2019, la facturación de EM&E alcanzó los 44,2 millones de euros, según el Registro Mercantil. En 2020, los ingresos fueron de 73,5 millones, esto es, un 66,3% superiores. En 2021 la cifra alcanzó los 87,4 millones (+18,9%), en 2022 facturó un 4,2% más, hasta los 91,1 millones, y en 2023 registró unos ingresos de 115 millones, un 26,2% superiores a los del año anterior.
El punto de inflexión se produjo en 2024, año en el que lograron una facturación récord de 355 millones de euros, esto es, un 208,7% más, gracias a un contrato de la Administración Pública. En otras palabras, la empresa disparó los ingresos el primer año tras la entrada en el accionariado de Indra: en mayo de 2023, EM&E, es decir, los Escribano, compraron el 3,5% de Indra, participación que aumentaron hasta el 8%, en noviembre, convirtiéndose en el segundo accionista de la compañía, sólo por detrás de la SEPI.
Pero volvamos a las cifras. ¿Seguro que una empresa que facturó 355 millones de euros en 2024 y tiene previsto alcanzar los 430 millones en 2025, vale 2.000 millones? Insisto: hablamos de ingresos, no de beneficios. Incluso valorarla en 1.000 millones ya sería desproporcionado. Conviene recordar el toque de atención de la ministra Robles hace tan solo unas semanas, por los retrasos en la entrega del producto estrella, el famoso 8x8.
La cifra de 2.000 millones es la que están barajando JP Morgan y el Santander ante la operación abyecta que pretenden los Escribano y que, si nadie lo remedia, llevarán a término antes de fin de año. El presidente de la empresa compradora (Indra) es, al mismo tiempo, el dueño de la empresa vendida (EM&E) cuyo valor determinan dos entidades, por encargo de la vendida.
Y la CNMV no dice nada, aunque a estas alturas de la película y tras su papelón durante los últimos años (asalto al Consejo de Indra y sustitución de consejeros independientes por dominicales, silencio durante los 17 meses de la OPA BBVA-Sabadell, pasividad tras el informe Gotham sobre Grifols, actualmente en la Audiencia Nacional, etc.) nadie espera nada del supervisor de los mercados, ahora bajo el mandato de Carlos San Basilio.
La última palabra la tendrá el Consejo de Administración de Indra, presidido por Ángel Escribano y en el que también está su hermano Javier, en calidad de consejero dominical. No parece que vaya a encontrar mucha oposición después de depurar a los más críticos.